Cristina Fernández de Kirchner, una política rodeada de más lujos que Madonna
Los estadounidenses son muy listos. Si ven una colilla, dicen: aquí han fumado. Cuando el escándalo de Wikileaks reveló que Hilary Clinton había solicitado un informe sobre la estabilidad mental de Cristina Fernández Kirchner a petición de las empresas inversoras americanas, que no percibían mucha seguridad jurídica en Argentina, por algo sería. En su propio país, una parodia que congregó a seis millones de espectadores en cada entrega, Gran Cuñado, a imitación de Gran Hermano, la presentaba como una mujer voluble, de humor cambiante y reacciones impredecibles.
Ahora Repsol ha pagado el pato en una expropiación no exenta de intrigas palaciegas y claroscuros que, en cualquier caso, ha convertido a la presidenta de Argentina en el enemigo público número 1 del Reino de España. ¿Y cómo es ella, nuestra nueva supervillana?
La presidenta, persona y personaje, tiene un perfil controvertido, aunque eso no es extraño en la clase política de su país. Vaya por delante que el número dos de su Gobierno, Amadeo Boudou, se deja ver por las calles de Buenos Aires a los mandos de una Harley Davison ataviado con una chupa de cuero e hizo la campaña de las últimas elecciones recitando las propuestas económicas con una guitarra eléctrica y un combo rockero.
No obstante, el Senado Nacional de Argentina se distingue positivamente por una norma: no se pueden leer las intervenciones. Esta regla, que sería un infierno para algunos dirigentes españoles, es lo que catapultó la carrera de Cristina, que en esta cámara se reveló como una brillante oradora, aunque posteriormente se le ha criticado en los medios de su país por haber rentabilizado políticamente el fallecimiento de su marido, Néstor Kichner, ex presidente argentino.
Cristina sigue vistiendo de riguroso luto por la muerte de su cónyuge. Todo ello en un país donde no es habitual ese sentido del duelo. Desde que éste desapareció, no le faltó nunca una mención al difunto en cualquier entrevista que diera. Incluso hubo desplantes. Viajes suspendidos a Brasil, Cuba y México porque estaba muy afectada por la muerte de su marido y quería permanecer junto a sus hijos, ambos mayores de edad. La ensayista Beatriz Sarlo lo explica así: "La viudez de Cristina fue su escudo y su lanza al mismo tiempo y supo usarlas. No se puede negar que la muerte de Kirchner contribuyó a este presente. Ella encarna la imagen de un gran poder simbólico. La mujer que sufre y llora y se recupera al mismo tiempo".
Pero más pintoresco resultó que también cancelara sus viajes a Roma y a Paraguay porque hacía "mucho calor". Y casi mejor que no viaje, porque donde aterriza, lo hace con polémica. En España, en 2008, se retrasó hasta en la cena con los Reyes y el presidente del Gobierno. Es una constante en sus salidas, llegar tarde a todo, y lo hace porque "se está preparando". O sea, acicalando. Ser la última en aparecer para posar en las fotos oficiales con los mandatarios de otros países parece un vicio: lo ha hecho en cumbres americanas con la UE, en el Mercosur, en el G-20, en Washington… en una ocasión, justificó su retraso ante el presidente brasileño Lula da Silva diciendo que el complejo turístico que alojaba la cumbre era muy bonito: "Lula nos convocó a un lugar que no da muchas ganas de trabajar, no es impuntualidad, sino haber llegado muy tarde a un lugar lindísimo", explicó.
Además de su indiferencia con el protocolo, otro motivo de crítica a la presidenta argentina es su extenso vestuario. Cuenta la leyenda que nunca ha repetido un vestido desde que es jefa de Estado. Luce numerosos vestidos, todos ellos de calidad, pero no es Cristina Fernández una mujer que eluda ciertos reproches. A estas observaciones dio respuesta en Radio 10, una emisora argentina, de forma contundente: "Nunca me gustó disfrazarme de lo que no soy, ¿tendría que disfrazarme de pobre para ser una buena dirigente política? Yo siempre me arreglé y me pinté como una puerta. No es un pecado tener dinero en tanto y en cuanto no se lo haya robado y se lo haya ganado con talento y trabajo".
En una radio peruana fue más lejos y acusó de "misóginos" a quienes la criticaban: "Merkel salió con un escote y fue un escándalo, pero nunca he visto la calvicie de un hombre retratada. Uno no ve tanto interés en esto sino que creo que debe ser porque no son muchas las mujeres que ejercen la primera magistratura".
En cuanto a los vestidos, Cristina sabe resaltar lo mejor de su figura y esconder sus defectos. Opta por colores claros, juveniles, chaquetas entalladas, mucha falda por la rodilla con tacones altos, aunque todo ello combinado con accesorios un tanto ostentosos. También cuida su peinado. Pese a encontrarse en un partido de opciones supuestamente izquierdistas, renuncia al tópico de que arreglarse el pelo es una frivolidad.
Pero para frivolidades, su presupuesto en zapatos. Según el New York Post, se gastó más de 80.000 euros en calzado antes de un viaje a Nueva York para una cumbre de la ONU, además de en bolsos de Louis Vuitton y Hermès. Una información, eso sí, desmentida inmediatamente.
El tren de vida de la presidenta haría llorar a una asamblea del 15-M. En una visita a México la prensa argentina criticó que Cristina había exigido "más comodidades que Madonna". En el Hotel Grand Velas All Suites & Spa Resort, en la Riviera Maya, disfrutó de una suite de 280 metros cuadrados con piscina propia, cinta para correr, cama de masajes, alfombra de yoga y sábanas de hilo egipcio. Pidió quesos dietéticos, fruta a temperatura ambiente, leche descremada fría y caliente y que toda la estancia estuviera llena de chocolatinas y cajas de agua mineral Nestlé, su marca favorita y la única que consume.
Pero esto sólo cuando trabaja. En su tiempo de asueto, suele descansar en la Patagonia y, según The Economist, ha llegado a enviar un jet privado a Buenos Aires para que le traiga los periódicos del día a primera hora a su rincón favorito del mundo.
Muy lejos no anda su elevado concepto de la belleza. Del make-up. En su biografía, escrita por José Ángel di Maurio, director de Semanario Parlamentario, aparecen detalles como que era fumadora empedernida y no pensaba dejarlo por el deterioro de la salud que conlleva hasta que se enteró de los daños que podía producir en su piel, entonces abandonó el vicio inmediatamente.
La piel le obsesiona. Tanto a ella como a los argentinos, que malévolamente la apodaron 'Evita Botox'. Ella niega que se haya hecho retoques estéticos, aunque el diario La Nación ha publicado su evolución física en algunas ocasiones y haber... algo hay.
Aunque en alguna entrevista ha declarado que no está ni a favor ni en contra de los retoques, "vive y deja vivir", proclama, o que incluso se los haría cuando se le "caiga la cara" y se "vea horrible". Por el momento, eso no sucede. Cuando en una visita a España junto a la Reina Sofía, un reportero de Caiga Quien Caiga gritó "¡Reina, Reina!" para llamar la atención de la monarca española, Cristina Fernández de Kirchner respondió: "¿Cuál de las dos?". Mal del todo seguro que no se ve.