Saharaui, filóloga y bailarina: Mariam Bachir, la mujer que conquistó a 'El Niño'
Mariam Bachir era una completa desconocida hasta que fue elegida en un casting para convertirse en la chica de la que 'El Niño' no puede evitar enamorarse. Nunca había actuado, pero los retos nuevos no le asustan, así que se lanzó sin miedo a 'cruzar el Estrecho'. Enfrente estaba Jesús Castro , el nuevo Paul Newman del cine español. Hablamos con esta potente mujer saharaui de 25 años, estudiante de filología árabe y niña acogida en diferentes familias desde los cuatro años.
-¿Cómo llegaste a 'El Niño'?
Por casualidad. Me quedé sin trabajo mientras estudiaba y me fui con una amiga a un casting. Lo veía como para salir del paso, nunca hubiese pensado que esto podría ser mi futuro. Luego tuve un encuentro con Jesús Castro en Madrid, a ver si teníamos química.
-¿Y la hubo?
-Pues sí. A ver, somos amigos, pero desde un principio ha habido muy buen rollo. Nos lo hemos tomado como un juego, como una hermandad sana. Al principio fue un poco raro, pero como Jesús es muy divertido y yo siempre estoy diciendo tonterías, todo fue distendido. Si él o yo hubiésemos sido diferentes, quizá más serios, pues igual habría sido peor; pero ya te digo, nos lo tomamos como un juego muy fluido.
-¿Cómo fue tu infancia?
Nací en el campo de refugiados saharaui, un campamento en Argelia. No es propiamente un país. Y comencé viniendo a España como niña de acogida los veranos, porque allí se pasa especialmente mal en esa época entre el polvo, que afecta a las vías respiratorias, y el calor y la falta de agua potable. Gracias a Dios que hay familias que acogen, pueden cambiar la vida de una persona. Como estaba un poco malita, con desnutrición, anemia, problemas de vista… me fui moviendo de familias. La primera en Barcelona, de los cuatro a los ocho años, luego me fui a otra a los Estados Unidos, también otra en Argelia, y volví a otra del País Vasco y a la Rioja. Ahí cumplí los 18 y me fui solita a estudiar la carrera.
-¿Qué difícil, no?
Es difícil, pero también te hace más fuerte para la vida.
-¿Y tu familia biológica vive en los campos?
Sí, lo que pasa que no hemos vivido como tal. Ya te digo que yo me empecé a ir muy pronto, y muchos de mis hermanos también han ido saliendo y entrando. Mis hermanas estuvieron mucho tiempo en Cádiz y ahora están de vuelta.
-¿Cuántos hermanos sois?
De madre y padre somos nueve. Y mi padre se casó de nuevo y por su parte sube hasta catorce hermanos.
-¿Y quieres volver?
Es complicado. Podría ir, el problema es volver. El tema del Sahara es muy complicado administrativamente hablando. Me gustaría, pero estoy esperando a que me den la nacionalidad para poder ir con tranquilidad. Es la mayor ilusión que tengo. MI vida está en España, pero me encantaría ir, ver a mi gente, poder ayudar…
-¿Cuánto hace que no vas?
Unos diez años o un poco más. Tenía trece años y ahora tengo 25.
-¿Sabes si en los campamentos han visto la película?
No creo que lo hayan visto, pero saber lo saben porque las cosas vuelan. Por las asociaciones, o la conexión con España…
-¿Y cómo lo han recibido?
Hay de todo. Gente que lo entiende y otra que no, pero que también es respetable, porque tiene una cultura y una religión totalmente lícita y respetable y tendrán su punto de vista sobre que una chica salga desnuda en una película. Habrá opiniones para todo. De momento me llegan opiniones positivas y algunas poquitas negativas. Aunque estén estas últimas, no importa: estoy preparada para todo.
-¿Esa parte del desnudo quizá fue la parte más difícil del rodaje, no?
Pues sí, pero no porque yo lo vea mal o reprobable. Tengo una mentalidad muy abierta y me he criado aquí. Pero sí es cierto que fue mi primer día y eso era tener tu alma al aire. Tres del mediodía, sin una tanguita color carne ni nada corriendo por la playa… Todo el equipo se portó fenomenal y me trataron genial. Pero bueno, luego me vino hasta bien, porque en la última escena tenía que llorar y estaba preocupada por si no me salí y canalicé toda esa tensión para llorar a gusto. La primera toma fue la buena.
-¿Hablamos con Hiba Abouk y ella también nos comentó que tenía que lidiar con unas tradiciones muy enraizadas para ser actriz
Es compatible hacer las cosas y pedir respeto. Pero en ambos lados. Es compatible entener que ellos, sus padre, sus abuelos… han vivido de una forma y no han visto otra cosa. Y es respetable y lícito. Solamente pido que la tolerancia que yo tengo hacia ellos, ellos la tengan hacia mí. Estoy casi segura de que algún día llegaremos a ese punto de entendimiento mutuo.
-¿Tú eres religiosa?
No. Lo entiendo, lo comprendo, lo respeto… pero yo no soy religiosa. Como y bebo de todo. Soy una chica de 25 años que entra y sale como cualquier otra.
-¿Y qué haces cuando no estás actuando o estudiando?
Mis amigas de Barcelona me llaman ‘la Señora’ (risas). Me relaja limpiar mi casa y comprar en cada súper lo que está de oferta. Se parten de risa. A veces hago pilates, pero sobre todo bailo mucho en casa. Por la mañana tengo un ritual: enciendo la música a tope, el moño y me pongo a bailar mientras recojo o mientras cocino. ¡Me da mucha alegría tenerlo todo en orden!