El derecho de las mujeres a ser feas
La mujer fea de la foto que abre este post es Temple Grandin. La rubia guapa estilo pin up puritana es Claire Danes, caracterizada como Temple Grandin para el biopic que estrenó HBO en 2010.
He conocido la vida de Temple Grandin hace unas semanas, leyendo un libro de Oliver Sacks sobre el autismo: “Un antropólogo en Marte”. La presento para quien no conozca su historia. Grandin tiene 67 años, es ingeniera agrónoma y profesora en la Universidad de Colorado. Es famosa en todo el mundo porque ideó un nuevo sistema de mataderos de ganado sin sufrimiento para las reses. Y porque es autista, en concreto Asperger, un tipo de autismo de altas capacidades.
Grandin no sólo es una importante científica y animalista, además es la voz del autismo en el mundo. Sus conferencias TED tienen más de tres millones de visualizaciones, defiende que necesitamos pensadores y creadores del espectro autista porque aportan ideas que el resto no podríamos manejar. Grandin ha conseguido ser aceptada y celebrada como es. Y consigue cada día que cientos sean aceptados y celebrados como son. Sin embargo, el biopic que narra su vida y que consiguió varios grammys no fue capaz de respetar su aspecto físico. Hubo que hacerla rubia, sexy y muy dulce.
“Googleé” su nombre para ponerle cara y al encontrarme con semejante gap empecé a rayarme con la idea de si puede una tía fea tener éxito sin que intenten meterle un bisturí, una dieta o un buen Photoshop entre pecho y espalda. Metí en google la expresión “Mujer fea” y entre los diez primeros resultados aparecieron tres que incluyen una misma frase: “No hay mujer fea sino mal arreglada”.
Estos días he seguido con cierto estupor al éxito de la campaña viral contra Victoria´s Secret: #Imnotangel. En ella, una decena de mujeres preciosas reivindican el uso de las tallas grandes (donde grande es más de una talla 40) y me doy cuenta de que resulta casi revolucionario el reconocimiento de lo que ahora se llama “belleza real” en las mujeres. “Belleza real” significa ser bonita sin operaciones ni mucho Photoshop. Nada de belleza interior ni de personalidad ni de todo lo que hace a una persona guapa de verdad. Se ha creado una campaña para gritar que se puede ser bella pesando más de 65 kilos. Y ha resultado revolucionaria… Mientras tanto, la fealdad femenina es tabú. Ni se ve, ni se habla ni se toca.
No sé. Es raro. Creo que la campaña que necesitamos no es #Imnotangel sino más bien #ImUgly. Puestas a ponernos estupendas, celebrémonos feas. No sólo gordas y bellas. También flacas y poco agraciadas o simplemente con un mal día, con granos, con el pelo grasiento o los dientes separados. Menos belleza real y más mujeres reales. La belleza no es más que la construcción de una mirada. Esta mirada la construye casi siempre mercado, pero también el amor. Cuando la construye el mercado tiene poca importancia (o ninguna). Cuando la construye el amor entonces es que te quieren. Y si te quieren entonces tu belleza puede ser cualquier cosa menos real. No se puede amar de verdad sin imaginación. ¿Quién coño necesita ser guapa? Lo dicho. #ImUgly.