Puntadas con y sin hilo de la primera jornada de la Fashion Week Madrid
JORGE VÁZQUEZ
⬇️ SIN HILO
Boicot a Vázquez, el hilandero de la aguja que pincha
Podría haber escrito hoy que en un salón social francés de época, sobre isabelinos sofás de terciopelo burgundy, un selecto grupo de señoras de la alta sociedad revisitan la historia de la moda observando las creaciones de una joven promesa, un tal Jorge Vázquez.
Pero en realidad estaría mintiendo, porque el salón francés se quedó estancado en una ciénaga en la que la agencia de prensa, ironías de la semántica, decidió invitar al salón a tantas amigas que ocuparon los sitios de los periodistas que escribimos cada año, desfile a desfile, y nos sentamos a trabajar mientras aquellas chafan sus culos contra el sufrido terciopelo.
Con esta reflexión me he dado cuenta, hace tiempo, de que es muy certero aquello de que no es oro todo lo que reluce... Ya poco me importa si el señor Vázquez hace vestidos exquisitos o monos de faena, me es indiferente. Lo que sí me importa es que él y su agencia de 'contraprensa' se crean tan subidos a un pedestal inexistente como para vivir por y para esas señoronas que intuimos famosas porque ya cuesta hasta reconocerlas tras siglos de cirujía.
Y digo yo, señor Vázquez, ¿si a usted y a su agencia les importa un bledo lo que opinenos los escribientes de la moda para qué narices desfila usted en un escenario como Ifema, donde el juego es que ustedes crean y nosotros opinamos? ¿No sería más fácil que usted alquilase un hotel donde vender sus modelitos a sus amigas de postín?
No olvide señor Vázquez que el bombón más exquisito se convierte en mojón cuando lo envolvemos en papel de sardinas. Piénselo, y cuando lo tenga claro, avíseme de nuevo, que yo volveré a sentarme, sin rencor, frente a sus atrezados terciopelos para valorar su aguja, no la tontería ni el tamaño del ego de sus responsables de comunicación.
MARÍA ESCOTÉ
⬆️ CON HILO
María siempre fue una lunática
Abrigos rojos que simulan escafandras lunares, vestidos dameros blanco y rojo y unas botas psicodélicas con cadenas de perlas de Irreverente Rosalía, abren el desfile de una María que siempre fue una lunática, en todas sus acepciones.
Patchwork de charol en abrigos de pata de gallo xxl pisan un terreno lunar imaginado en el que brillan, como guiños al sol, conjuntos de dos piezas amarillos troquelados con agujeros lunares.
Negros sólidos y blancos primarios, contrastes de la noche lunar, beben de rojos intensos.
Plumas acolchados, blanco nácar. Vestidos donde gravitan las plumas. Lentejuelas plata. Lentejuelas black. La luna de María brilla, es festiva y ochentera, de noche y de día, verano o invierno. Su luna es así, como ella, loca, divertida e inusual.
ALVARNO
⬆️ CON HILO
El lado oscuro de los Alvarno tiene brillis
Negro, oro y verde militar. Paleta rotunda sobre un tapiz blanco nuclear y un camino de velos espaciales. Así arrancan Arnaud y Alvaro la puesta en escena de una historia con contradicciones.
Baberos joya en flecos de oro. Blusas de lazo, faldas capa y capas abrigo que envuelven talles y piernas infinitas. Faldas largas con sudaderas. Prints con brillo.
Vestidos largos negros, de marcadas siluetas y dicharacheros flecos... estilizados cisnes. El negro protagoniza una colección de caóticas inspiraciones, con mucho fleco y muchas y dispares etnias. No es para morir de éxito, pero en ellos todo cuenta y sonríe.
ROBERTO VERINO
⬆️ CON HILO
La isla soñada de Verino es un deseo universal
Manrique y Lanzarote ispiran a un Verino sutil, de verano, que sueña con sedas y encajes, con sastres limpios de faldas lápiz y faldas y blusas pañuelo.
Peces bordados en lienzos de un Atlántico puro, de casas blancas y puestas de sol lilas. De potentes naranjas terrenales y negros volcánicos.
Sastres rayados en azules y verdes, para ellos con bermúdas, para ellas con pantalones Capri.
Lentejuelas bordadas, que brillan como escamas de pez, arrancan destellos a un mar omnipresente. La filosofía previa era tan pura que casi superaba a la propia colección, pero Verino sigue siendo tremendamente elegante.
LEANDRO CANO
⬆️ CON HILO
El Goya cañí de Cano
Una gaceta informativa en cuya cabecera se lee CORRIDA anuncia un grito de tradiciones andaluzas, de callejones, de capotes encendidos y de arte popular. Pero más allá de ese pensamiento, una Menina de croché abre una cabalgata, más que un desfile, de arquitecturas y volúmenes, de iconos costumbristas y de sudor y sangre.
Cano alude a la tauromaquia de Goya con creativa inocencia y nos muestra esculturas andantes de croché, arpilleras, maderas y lienzos pintados.
'Si Dios fuera torero, se llamaría Manolete' titula Leandro su Corrida, y un sinfín de guiños religiosos y taurinos impregnan el espacio de este andalucismo brutal que deja sin palabras, para bien y para mal, a los tendidos de esta plaza sin par.
Si Leandro quería espectáculo, lo ha conseguido. Si quería ríos de tinta, también. No seré yo quien no entienda la maestra compostura del taller de Lola Piña, ni el pincel ilustrado de Carlos Buendía... Para el resto, tiempo al tiempo. No corras tanto, Leandro, que para quedarte con el personal tienes aún mucha vida por delante.
MANÉMANÉ
⬇️ SIN HILO
La felicidad de ManéMané vive en un armario caótico
Por un túnel del tiempo, marchosas y sin rubor, se acercan mujeres guerreras en una ciudad de imposturas.
Las mujeres de ManéMané son estrambóticas, con calzas de lana y sandalias, y no entienden de orden en sus armarios. Igual podrían salir a escena en un circo de animales salvajes, que recorrer la ciudad con sus mini trench escoceses.
El punto y la buena compostura tienen rollo en los abrigos casi folk con estolas de flecos, en las faldas de guata caldero, en los guardapolvos de espaldas abiertas y lazadas.
Lo bueno es que hay prendas sueltas muy interesantes que iluminan el opaco fondo de un armario caótico, confuso y repleto de guiños de diva excesiva del pop.
JUAN VIDAL
⬆️ CON HILO
Un día me enamoré de Vidal
Hay algo en Vidal que siempre me enamora. Va más allá de su Cynthia, de su aguja precisa y de su mente chic y glamurosa. Es, como en esas imágenes que guarda mi retina de mi madre mirándose al espejo, coqueta, antes de salir a una fiesta, el elegante perfume de los recuerdos bonitos.
Así son sus cuadros ventana en sus vestidos con lazadas y en sus abrigos y capas exquisitos, en sus dos piezas fruncidos en rosa.
Miro al espejo y vuelvo a ver a mi madre, como antaño, pero con los vestidos de Juan de sedas estampadas. Y vuelvo a enamorarme de él. Porque todo me gusta, nada me sobra.
Me gustan sus trench caldero, sus vestidos de seda tableados y estampados con mangas abullonadas, sus rojos, sus lanas, sus sedas, su oro lamé y sus noches de lentejuelas y cintas.
Gracias Juan por revivir a mi madre, joven y eterna, en la memoria de tus sueños.