Aciertos y errores de Pilar Rubio y Sergio Ramos en su boda
Habían corrido ríos de mucha tinta hace días con todos los dimes y diretes de la boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio. Que si conciertos históricos, que si norias y parques de atracciones, que si unicornios y colores prohibidos…
Pero poco se había hablado de la posibilidad de que la novia, que es un bellezón y un amor de mujer pero que tiene un punto extravagante más que demostrado en todos sus looks de tantos años, pudiese dar un campanazo como este.
Me explico. Que yo ya barruntaba que en esta boda el clásico iba a ser él, que no acostumbra a serlo y ella se iba a tirar por un callejón urbano preñada de cristales como una ‘Rebe’ reina del brilli brilli. Y así fue.
Que estaba guapa ella, sí, pero eso el mérito es de la genética. Que cada novia o novio se viste como le da la gana, también. Que eso no lo juzgo, ni me toca. Pero que hay cosas que no cuadran con ciertos lugares y momentos, pues obvio. Y esto sí me toca analizarlo. Así que allá vamos.
Aciertos
1. El novio. Sí, el novio Sergio Ramos. Con su chaqué perfecto azul con un sutil cuadro inglés. Estaba guapo y correcto… a pesar del peinado tan recolocado y clareado.
2. La madrina. Sin duda la mujer más correcta de toda la boda. Estaba espléndida con su vestido largo entre pistacho y aceite y su mantilla clásica negra de chantilly exquisito.
3. La actitud generosa de la novia, Pilar Rubio, que rompió el trayecto a pie del coche a la Catedral para saludar a la gente y para mostrar a toda la prensa su vestido nupcial y una sonrisa. Chapó por esta acción altruista llena de amabilidad.
Errores
Dicen que no hay novia fea y Pilar Rubio no lo estaba. No nos engañemos. Ella es un espectáculo de mujer y siempre ha demostrado ser una tipa noble y tremendamente simpática, no sólo guapa. ¿Pero ha elegido su mejor opción? Su vestido nupcial habría sido más propio para el final de la fiesta nocturna.
1. El vestido zíngara como de fiesta de los 'Gipsy King' se daba de tortas con la clásica monumentalidad de la Catedral de Sevilla.
2. Ni el exceso de brilli, ni el escotazo, ni las sisas al aire eran lo más adecuado para una ceremonia religiosa. Ni siquiera para una ceremonia a las cinco de la tarde, fuese cual fuese la liturgia.
3. Los pendientes de gitana escénica, fuesen brillantes o rocas de mar, también se daban de tortas con la estricta etiqueta clásica de una ceremonia como esta.
4. Las trenzas folk de la novia, surcando un camino de la nuca al escote entre brillos y osadías.
5. El ramo de calas negras era casi lo más sobrio, a pesar de lo gótico, de esta novia que aunque haya inundado mis errores me sigue despertando miles de simpatías.
Por eso, a pesar de los pesares, que vivan los novios y que sigan siendo felices.
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