Kim Kardashian volvió a convertirse en el centro de todas las miradas en el evento LACMA Art + Film Gala, donde sorprendió al mundo de la moda con un elegante vestido blanco de la firma Gucci. Esta prenda de silueta entallada, con un escote en forma de "V" que le llegaba hasta el ombligo y de corte sirena destacó su figura, mientras los tirantes fruncidos y la caída del tejido lograba un equilibrio perfecto entre elegancia y sensualidad. Para complementar este estilo, Kim eligió una joya con una historia fascinante y un vínculo con la realeza: el collar “Attallah Cross”, una pieza que en su día perteneció a la princesa Diana y que combina amatistas y diamantes en una cruz llamativa y majestuosa.

Esta elección estilística rememoró la misma expectación que generó su aparición en la MET Gala, cuando optó por el icónico vestido de Marilyn Monroe. Ahora, al fusionar un look contemporáneo con una joya histórica tan emblemática, Kim logra una vez más dar un paso más allá en el mundo de la moda, reviviendo un ícono atemporal y haciendo de esta gala un momento que resonará en la memoria del mundo más 'fashionista'.

Tras la muerte de Diana, el colgante permaneció en un limbo hasta enero de 2023, cuando apareció en una subasta organizada por Sotheby’s. Kim, conocida por su fascinación por piezas históricas, adquirió la cruz por aproximadamente 195.000 euros (casi el doble del precio de salida, que oscilaba entre 95.000 y 143.000 euros). Aunque lleva casi un año en su colección privada, la Kardashian esperó hasta el evento celebrado en Los Ángeles para presentarla en público, convirtiéndola en el elemento central de su look.

Para esta ocasión, combinó la cruz con gargantillas de perlas, que realzaban el contraste sobre el vestido blanco. Kim optó además por un abrigo crema sobre los hombros, podría decirse que es un homenaje a la realeza. Con esta elección, la fundadora de Skims no solo reinterpreta una joya con historia, sino que también reafirma su lugar en el mundo de la moda al revivir piezas tan icónicas como las que han marcado épocas.

La cruz Attallah, creada por la joyería británica Garrard en la década de 1920, es una joya única por su diseño y simbolismo. La pieza fue nombrada así en honor a Naim Attallah, un empresario británico amigo de la princesa Diana. Lady Di pidió prestada esta joya en varias ocasiones y la llevó de manera memorable en 1987, durante una gala benéfica para la ONG Birthright. En esa ocasión, la princesa combinó la cruz con un vestido de terciopelo de Catherine Walker, lo que resaltó su estilo personal y su deseo de experimentar con una moda más osada y alejada de los estándares de la realeza.

La joya destaca tanto por su tamaño (136 x 92 milímetros) como por su vibrante color. Con un total de 5,25 quilates, la cruz combina amatistas cuadradas y diamantes redondos en un diseño floral, formando un estilo imponente y llamativo que resonó especialmente en los años de juventud de Diana

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