Barack y Michelle Obama: las claves de 28 años de matrimonio, amor y complicidad
El matrimonio de los Obama es uno de los más influyentes y sólidos del panorama internacional.
Se casaron hace más de 25 años y, aunque durante todo este tiempo han tenido problemas, han sabido afrontarlos siguiendo una serie de consejos.
Los Obama son uno de los matrimonios más influyentes de todo el mundo. Desde que llegaran la Casa Blanca, tanto Michelle como Barack fueron un gran descubrimiento y, además, marcaron el comienzo de una nueva época en Estados Unidos. Juntos lucharon contra el racismo, los estereotipos y dieron una nueva imagen del país, más abierta y alejada de lo costumbrista.
Fueron dos elecciones las que aguantó Barack en el poder, para luego ser sustituido por otro presidente, Donald Trump, totalmente opuesto a él en todos los sentidos. Aún así, los Obama han seguido manteniéndose en el foco, hablando de su paso por la casa más importante de América y, también, dando charlas sobre su vida y, sobre todo, sobre su matrimonio.
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Lo cierto es que siempre se les vio como una pareja envidiable, con dos niñas, que no daban ningún tipo de problema ni protagonizaban ningún escándalo. Aún así, como ya confesaría la propia Michelle en su libro, tuvieron que acudir unas cuantas veces a terapia de pareja para poder arreglar lo suyo. A pesar de todos los problemas que hayan podido tener en su relación, ambos han sabido superarlos y, ahora, disfrutan de más de 25 años de amor. Pero, ¿cómo se conocieron? ¿Cuáles son las claves de su matrimonio?
Los comienzos de la relación entre Michelle y Barack
Barack nació hace poco más de 59 años en Hawai. Cuando acabó el Bachillerato, se mudó a Los Ángeles y comenzó a estudiar Ciencia Política en la Universidad de Columbia, para luego ampliar su curriculum estudiando Derecho en Harvard. Por su parte, la que sería su esposa, Michelle Robinson, se licenció en Leyes en la misma universidad. Así, juntos comenzaron a trabajar en el despacho Sidley Austin en Chicago. Tal y como cuenta en su libro, la primera vez que Michelle vio a Barack pensó que era muy guapo, aunque entre sus planes no estaba salir con ninguno de sus compañeros de trabajo, ya que además, ella era su tutora.
Aún así, con el paso de los meses, ambos se dieron cuenta de que había surgido algo entre y decidieron comenzar una relación a finales de verano. Fue en 1991 cuando se comprometieron y, un año más tarde, ya se estaban dando el ‘sí, quiero’. Durante mucho tiempo, Michelle se estuvo sometiendo a distintos tratamientos de fecundación in vitro para quedarse embarazada, después de sufrir un aborto espontáneo. Así, a primera hija de la pareja nació en 1998 y la bautizaron con el nombre de Malia Ann. Luego, en 2001, nacería Natasha.
Han sabido reconocer sus problemas de pareja
A pesar de que su matrimonio parecía ir bien a vista de todos, la relación de los Obama tuvo momentos en los que hizo aguas, por lo que decidieron acudir a terapia de pareja. “Aprendí sobre mí que mi felicidad dependía de mí, y empecé a hacer más ejercicio, y empecé a pedir ayuda. No sólo de él, sino de otra gente. Dejé de sentirme culpable. Conozco demasiadas parejas jóvenes que pasan dificultades y que piensan que debe de haber algo malo en ellos. Y quiero que sepan que Michelle y Barack Obama, que tienen una relación fenomenal, y que se aman mutuamente, nosotros, nosotros trabajamos en cuestiones de nuestro matrimonio. Y recibimos ayuda para nuestro matrimonio cuando lo necesitamos”, explicó Michelle en su libro.
Lo más importante es el diálogo
Esta ha sido una de las claves de su matrimonio: el diálogo. Siempre que han tenido algún problema o han diferido en alguna cuestión, Michelle y Barack se han sentado a hablarlo. Nunca han tenido problemas de comunicación y, además, estaban bastante de acuerdo en las decisiones que tomaban, como, por ejemplo, en la educación de sus hijas. Algo que siempre ha preocupado a los Obama, ya que no deseaban que Natasha y Malia se criaran en un entorno que no fuera el habitual. Sí, aunque fueran las hijas del presidente de Estados Unidos y vivieran en la Casa Blanca. Michelle y Barack siempre han querido que tuvieran sus responsabilidades, que actuaran de manera autónoma y que nadie les regalara nada.
Forman un equipo perfecto...
Juntos forman un equipo formidable. Michelle no se ha limitado solamente a estar al lado de su marido, sino que ha formado parte de su equipo profesional, ayudando a su marido a llegar a la Casa Blanca, y también brillando con luz propia. Además, Barack entendió que su mujer nunca le quitaría el protagonismo, sino que le complementaría y Michelle pudo llegar a otras personas a las que Barack, a lo mejor, no hubiera llegado nunca; se preocupó de las mujeres, poniendo especial foco en las mujeres negras y en la alimentación de los estadounidenses, un problema real al que muy pocas personas prestan atención.
...y se ayudan mutuamente
También, cuando Barack necesitaba ayuda en cualquier tema o situación, ahí estaba siempre Michelle, dispuesta a ayudarle. Y viceversa. Barack nunca ha dejado de mostrar, de forma pública, el apoyo que siempre le ha proporcionado a su mujer. Michelle tampoco ha querido nunca esconder la devoción por su marido, reconociendo la arriesgada decisión de convertirse en presidente del Gobierno.
Han sabido separar su vida personal de la profesional
Así, juntos forman un tándem espectacular que sabe separar su vida profesional de la personal. Este es otro de los puntos fuertes de su relación. Tanto Michelle como Obama eran conscientes de la dedicación que suponía ponerse al frente de un Gobierno, pero también sabían marcar los límites. Además, para ellos, pasar tiempo con sus dos hijas era algo fundamental. Por eso, siempre han intentado mantener unas horas a la semana libres para poder disfrutar de planes en familia. Fomentar la vida pública era tan importante como fomentar la vida privada. Descansar también era algo obligatorio en los Obama y, sobre todo, desconectar del día a día, de la rutina.