Sara Carbonero siempre habla con nostalgia de su etapa en Oporto, ciudad en la que estuvo viviendo durante un lustro. No obstante, sus inicios no fueron fáciles, pues a su hijo Martín le costó adaptarse al cambio. "Cuando nos mudamos de país, llegamos a un sitio nuevo, cole nuevo y fuimos al médico con mi hijo mayor más veces que en toda nuestra vida. Le dolía la tripa y también la cabeza. Era constantemente y te preocupabas muchísimo. Un médico nos dijo que hablásemos en casa con él, que era algo emocional", recordaba en una charla para la Fundación Colacao en la que se buscaba visibilizar el bullying.

"El niño transformaba la tensión en un dolor real. Ahora, antes de salir pitando al médico, vemos si al día siguiente tiene un examen, si ha ocurrido algo en algún entrenamiento. Yo lo cuento sobre un caso de cambio, pero imagínate multiplicado por estas situaciones de tormento o acoso de las que hablamos", exponía su caso la periodista, que admitía que, aunque está convencida de que Martín y Lucas no son acosadores, lo ha llegado a valorar. "Siempre hay que ayudar. Primero a tu hijo y luego a la otra persona. Estoy cada vez más abierta a identificar qué pasa", defendía.

En esta línea, Sara explicaba que aún no permite a sus hijos tener teléfono, pero sabe que compañeros de los niños han sufrido bullying por esta vía. "Conozco un caso del cole de mis niños de un papá que es actor, estuvo hace poco en un concurso y salió mal. Me contaba uno de ellos que a su hijo, toda esa semana, le habían dado mucha caña con eso. Encontraron una vía que hacía sufrir mucho al niño", lamentaba la periodista manchega, que admite que este es un tema que le genera bastante inquietud. "Me preocupa el escarnio público", comentaba.

La comunicadora quiere tener "tiempo de calidad" con sus hijos y ha sentido "lo productivo que es" cuando lo hace así. Uno de las cosas que hace es evitar que los niños estén enganchados a la tencología. "A ellos les ponía muy nerviosos que yo hablase con ellos con el móvil en la mano, se enfadaban. Mi lugar es el coche y nuestra excusa es la música", compartía la técnica con la que logra que ellos se sientan cómodos y le cuenten todo.

"Conducimos mucho y me encanta preguntarles lo mejor y lo peor del día. Gracias a ese juego conseguí una vez que me contaran que uno de sus amigos, que había perdido a su madre hacía poco tiempo, lo estaba pasando mal porque no le gustaba el fútbol y quería jugar con las niñas y no le dejaban", ponía de ejemplo la presentadora, que cree que se abren en canal porque, mientras vas conduciendo, "no les miras a los ojos y no se sienten intimidados". "A mí me funciona. No somos los padres perfectos, seguro que algo se me escapa", añadía.