Violeta Mangriñán, entre lágrimas, tras dar a luz a su hija Gala: “Tengo miedo y siento que lo hago todo mal”

Tres días después del nacimiento de su primera hija, Violeta Mangriñán y Fabio Colloricchio abandonaban el hospital con Gala en brazos y ponían rumbo a casa, donde les esperaba su perrita Canela. La influencer y el cantante están disfrutando con su bebé en sus primeros días como papás, aunque también están haciendo frente a las inseguridades propias de unos padres primerizos y al cambio hormonal que se genera tras el parto.

“Si este es vuestro mood 3 días después de dar a luz, si lloras por cualquier cosa, si sientes que lo haces todo mal, si sientes miedo, si lloras de felicidad a la vez… no estás loca, es normal y te abrazo desde aquí”, hablaba de la realidad posparto Violeta, que se mostraba llorando a lágrima viva, demostrando que no todo es color de rosa.

La extronista de ‘Mujeres y hombres y viceversa’, que es consciente de que puede estar más sensible porque “el cansancio influye”, ya que llevaba 6 horas dormidas desde el sábado, ha confesado que no le importa para nada el estado en el que se encuentra porque mira a Gala “y se me pasa todo, me podría tirar el día mirándola y con ella en el pecho, no es amor, es otro nivel, algo mucho más grande, inexplicable”.

Frente al espejo y con ropa interior desechable, “digna de un desfile de Victoria Secret”, Violeta, horas después de dar la bienvenida a la pequeña, también quiso enseñar la realidad de su físico tras dar a luz. Y probablemente muchos se equivocaron al pensar que iba a presumir de una recuperación milagrosa como hacen otras celebs. “Sigo con tripa, escozor horrible en mis partes y malestar general, yo he tenido un parto genial, así que todos mis respetos a los que tienen partos complicados, cesáreas, etc. No me quiero imaginar cómo debe ser”, asumía.

La exconcursante de ‘Supervivientes’ recalcaba que no puede quejarse ya que en su caso ha "tenido un parto genial”, más allá de una “pequeña complicación” que tuvo justo antes del expulsivo. Es por ello por lo que, aun con todas sus molestias y consciente de la suerte que tenemos al tener acceso a la anestesia para reducir al máximo su dolor, quiso mostrar todos sus respetos "a todos nuestros antepasados que vivían sin la existencia de anestesia” y a todas “esas mujeres que han parido sin tener la posibilidad de pedir epidural”.