La pandemia supuso un antes y un después profesionalmente hablando en la vida de Natalia Osona. Hace ocho años que empezó con su marca propia de ropa y antes del confinamiento estaban creciendo "de forma exponencial" y estaban "en un punto muy bueno". Tenía más de 30 trabajadores y acababan de alquilar una oficina de dos mil metros cuadrados. "Pero llegó la pandemia y fue un duro varapalo", nos cuenta la influencer en una entrevista exclusiva con motivo de su nominación a los Internacional Influencer Awards.
Como su trabajo en la empresa se vio paralizado por la situación que provocó la pandemia, Natalia Osona decidió volcarse en sus redes sociales. "Empecé a hacer directos todos los días entrenando con mi chico y había miles y miles de personas al día conectadas haciendo deporte con nosotros", nos cuenta, tal y como puedes ver en el vídeo que encabeza esta noticia. Sin darse cuenta, la gente se enganchó a ellos y a su vida en pareja de forma muy rápida, algo que nunca antes habían "explotado" públicamente.
La cuarenta fue para ella el punto de partida como influencer y no solo como empresaria. "Crecí muchísimo de seguidores, afiancé un montón la comunidad y un montón de marcas empezaron a contar conmigo de forma masiva", nos cuenta ahora que ha llegado al millón de seguidores en Instagram. Por eso, que se reconozca de forma oficial el trabajo de los creadores de contenido y se den cuenta de la repercusión que tienen le parece un auténtico "avance".
"Es prácticamente invisible". Así de segura responde la influencer al preguntarle por su línea roja en redes sociales. Natalia es consciente de que sus seguidores conocen mucho de ella. "Es verdad que hay miembros de mi familia a los que no les gusta salir en redes y respeto su privacidad. O alguna cosa que considero demasiado íntima. Pero estoy bastante abierta a hablar de todo", nos asegura.
La influencer considera que ha ganado "muchísimas cosas buenas" desde que se dedica a las redes sociales: "Tengo una comunidad increíble, soy muy afortunada. Te dan tanto amor, tanto apoyo cuando les ves por la calle... También oportunidades de trabajo bastante buenas y una situación laboral increíble".
Sin embargo, Natalia considera que ha perdido "privacidad e intimidad" desde que es uno de los rostros más conocidos de Instagram: "Igual no quieres que alguien te grabe si estás en bikini, despreocupada. Es lo que menos me gusta, que me graben sin yo saberlo porque no es guay".