Los Premios Princesa de Asturias es uno de los eventos marcados a rojo en la agenda de Paloma Rocasolano, que llegaba a la 41ª edición, celebrada este viernes 28 de octubre, minutos después de las seis de la tarde. La madre de la reina Letizia pisaba la alfombra azul del Teatro Campoamor de Oviedo vestida con un traje chaqueta azul, una gran sonrisa y en solitario, ya que su actual pareja, Marcus Brandler, no ha querido acompañarla.
A su entrada, la monarca ha saludado cariñosamente a su madre. Acto seguido ha repetido su gesto la infanta, y aunque la princesa no ha podido acercarse, le ha dirigido unas palabras antes de que arrancase un acto en el que va cobrando cada vez más relevancia. De hecho, este año, cuando está a punto de cumplir 17, la heredera a la corona ha vuelto a ser una de las grandes protagonistas por su discurso. Tanto por el contenido de este como por la reacción de su abuela materna cuando ha subido al estrado.
Paloma no ha podido contener el llanto mientras su nieta, de quien no puede estar más orgullosa, realizaba su intervención más madura. Sus lágrimas nos han evocado a la gala de hace tres años, cuando la reina emérita se emocionaba después de que su nieta la nombrara en su discurso, donde le daba las gracias por su aportación y su asistencia: “Sabe lo importante que es para mí su presencia en esta ceremonia”.
Tras finalizar este emotivo discurso, en el que ha puesto en valor la figura de los jóvenes, a los que ha hecho saber que es conocedora de que “la situación actual no es fácil”, la primogénita ha recibido una estruendosa ovación de los más de 1.300 asistentes. Fruto de su nerviosismo, la joven abandonaba el atril y al regresar a su asiento, a la derecha del rey Felipe, se unía a la ovación del patio de butacas del coliseo que era para ella.
Después de repetirle hasta en tres ocasiones lo bien que lo había hecho, el monarca le pedía con una carcajada cómplice que dejara de formar parte de los vítores. "No te aplaudas a ti misma", eran las palabras con las que corregía a la princesa. Ha sido en ese momento cuando Leonor se ha percatado de lo que estaba sucediendo, ha separado las manos con un gesto de sorpresa y, a continuación, ha pedido "perdón" a su padre, que le ha hecho saber que ha solucionado con naturalidad los errores que había cometido.