Ana Obregón narra el día que intentó suicidarse y Alessandro Lequio la salvó: "Tenía todo planeado al milímetro"
Pocas horas después de que Aless Lequio falleciese, Ana Obregón estuvo a punto de quitarse la vida
Fue en su apartamento de Barcelona, un séptimo piso del que estuvo a punto de saltar si no fuese por Alessandro Lequio, que la salvó
'El chico de las musarañas', capítulo a capítulo: desentrañamos el contenido del libro de Aless Lequio y Ana Obregón
Ana Obregón siempre lo ha manifestado. Que cuando perdió a su hijo, ella 'murió' con él. Traer al mundo a su nieta por gestación subrogada por expresa voluntad del joven ha sido un salvavidas en este sentido, el motivo por el que se ha levantado cada mañana desde hace tres años. Pero el libro que acaba de publicar y en el que narra la tragedia que vivieron tanto ella como Aless Lequio, coautor de 'El chico de las musarañas', nos ha retrocedido a ese momento, al día exacto, en el que la actriz estuvo a punto de 'irse con él'.
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En el 'epílogo', ese capítulo que cuenta las horas posteriores a la trágica muerte de Aless con apenas 27 años, Ana Obregón desvela que intentó suicidarse. Fue la noche de ese 13 de mayo de 2020 en el que Lequio Junior falleció. Allí, en la soledad del apartamento de Barcelona que había sido su casa durante los últimos meses de vida de su hijo, la presentadora se encerró en su habitación y leyó un post que su hijo no llegó a publicar en su perfil de Instagram.
El grito desesperado de Alessandro Lequio que impidió que Ana Obregón saltase del balcón
El tsunami emocional que le produjo leer aquella catarsis escrita por Aless Lequio le hizo salir al balcón: quería reunirse con él. "Tenía todo planeado al milímetro desde hacía veinticuatro horas", confiesa. "Si mi hijo moría antes que yo, no sufriría ni un segundo: me iría con él". La decisión "era firme", estaba dispuesta a lanzarse por ese séptimo piso. "Me empiné sobre la barandilla, que no era muy elevada (...). Saltar hacia el abismo era mi única opción de seguir viviendo", pensó en ese momento.
En el momento en el que sus piernas estaban colocadas al otro lado de la valla y sus brazos temblorosos estaban a punto de soltarse del soporto, "llamaron a la puerta". Era Alessandro Lequio, que estaba en el salón junto a sus hermanas Celia y Amalia. "Ana... Ana... Abre la puerta, por Dios", gritó desesperado. Ella ya tenía un pie colgando, estaba dispuesta a saltar. Hasta que unas palabras del padre de su hijo le hicieron recapacitar: "Tienes algo importante que hacer. ¿Recuerdas lo que nos pidió Aless, su última voluntad?".
Me empiné sobre la barandilla, que no era muy elevada (...). Saltar hacia el abismo era mi única opción de seguir viviendo
En este instante, como cuenta en el libro, Ana Obregón abrió los ojos. "¡Lo haré, Aless!", verbalizó ante una calle desierta. "Respiré profundamente. Intenté serenarme, retrocediendo lentamente la pierna que colgaba hacia fuera para situarla de nuevo en el suelo del balcón y entré temblando en la habitación", explica.
Eso que les "pidió" Aless fue tener descendencia, que sus hijos viniesen al mundo aunque él ya no formase parte de él. De ahí que rápidamente tanto ella como Lequio, como bien se ha contado a lo largo de estos días, iniciasen un protocolo por el cual el esperma que su hijo congeló antes de iniciar el tratamiento de quimioterapia fuese utilizado para un proceso de gestación subrogada. Fue así como nació Ana Sandra, su hija, la nieta de Ana. La que le salvó.