¿Quiénes son Barney, Buddy, Millie, Rex y Liberty?
Coco me ladra. Dice que su presencia en el blog la está dejando de segundona. La tengo de morros y sin salir de debajo de la cama. Ni ladra. Se ha escondido con su manta y dice que soy un sinvergüenza por decir que es virgen a su edad (16 años). Yo le digo que eso la honra, que bastante lleno está el mundo de perras. A ella, en verdad, lo que la mosquea es que diga que es una perra sin raza, mestiza, vulgar, callejera, corriente, chuchilla. “Así no puedo ser una bloguera de postín”, me dice. “¡No tengo raza! ¡Y lo sabe media web!”
Me fustigaré con el odio de su indiferencia hasta que vuelva a subirse al sofá como de costumbre.
Coco tiene razón, la presentación oficial debería haber sido a lo grande con posado de estudio y maquillaje. “Al estilo norteamericano” me ladra en voz bajita. “Allí saben de show Business, de Oscars y Grammys”, continua ladrándome desde debajo de la cama.
-¿Te parece que hable de política?
-Bufff- casi me escupe Coco.
-De sus perros- le matizo.
Coco se pone remolona.
En la tradición norteamericana, siempre se le ha llamado 'FirstLady' (Primera Dama) a la esposa del presidente. Y su perro, por supuesto, debe ser 'First Dog'. Primer perro. Coco me dice que debemos empezar a imitarles. Creo que se refiere a esta foto. El perro de aguas portugués de los Obama que tiene foto oficial, paseo oficial, correa oficial y comunicado oficial. Todo muy oficial. El cachorro blanco y negro, bueno, al revés, negro y blanco, fue un regalo del senador demócrata Edward Kennedy (en vida, claro) a las hijas del presidente estadounidense Barack Obama, Malia y Sasha. Lo peor, me dice Coco, es cuando le adornaron con un collar multicolor estilo hawaiano que ha acabado como icono de la moda canina. Yes we can-ino. Mi co-bloguera dice que eso es una cursilería típica de universitaria borracha. “De universitaria borracha norteamericana”, dilo así, me matiza. Y estoy con ella.
Perros presidenciales
El presidente Bush tuvo a Barney, un terrier escocés. Barney fue un regalo del gobernador de Nueva Jersey. El de Bill Clinton se llamaba Buddy, un labrador marrón que cuenta la leyenda presenció muchas cosas en el salón Oval. Coco está alucinada, la entiendo. Ella es perra. Yo no. No nos extraña que su vida -la del perro- acabara tan trágicamente. Buddy fue atropellado por un coche en las afueras de la nueva casa de los Clinton en Westchester Country, Nueva York. Lo mismo se tiró a las ruedas del primer vehículo que husmeó huyendo de las aficiones del jefe. Tanto Buddy como Hillary sufrieron al amo silenciosamente.
Ha habido muchos más perros First Dog que aguantaron estoicamente a los jefes. Millie, el springer spaniel de George Bush padre, conoció a Boris Yeltsin en junio de 1992. Millie, me cuenta Coco, es tan famoso que tiene un parque para perros en Houston, Texas, que lleva su nombre.
Ronald Reagan llamó a su perro Rex, “demasiado típico” según Coco.
-Ese es el típico nombre que puede poner un hombre casado con una Nancy- me ladra Coco.
Rex era un King Charles spaniel. Tenía una casa llena de ornamentos, incluso retratos enmarcados de sus amos, Ronald y la maravillosa y enjuta Nancy. “Eso es divino” le digo a Coco, pero me aparta la vista.
Jimmy Carter tuvo a Grits. Gerald Ford, a Liberty, su golden retriever. Richard Nixon paseaba con sus tres perros -King Timahoe, un setter irlandés, Pasha, un terrier, y Vicky, un caniche. Johnson y su esposa Claudia tenían dos beagles, llamados 'Him' y 'Her'. Nuestros favoritos, hablo en nombre de Coco, son la familia Kennedy, tenían incontables mascotas, incluyendo un periquito y algunos ponies.
-Lo ves –me ladra Coco- todos de raza.
-Ya lo sé… no me lo recuerdes…. Pero yo te quiero igual.
Nos hemos puesto a rezar por la perra de Clinton al acabar este post. Yes we can.