Macaulay Culkin llega a los 30
Macaulay Culkin ha cumplido 30 años. Precisamente el otro día hablábamos de actores juveniles que a los treinta y pico ya se han convertido en viejas glorias para el gran público y el caso de Macaulay es mucho más acentuado. No es que Macaulay fuese un rostro conocido en su adolescencia, sino que se convirtió en una superestrella mundial a sus diez años. Cadenas como VH1 y E! no lo situaron en el número uno de sus respectivas listas de las mayores estrellas infantiles de la historia, pero lo situaron en el dos. Por muchos millones que hayan hecho sus películas, contra Shirley Temple no hay nada que hacer.
Culkin se ha convertido en el ejemplo andante de lo que ocurre cuando unos padres explotan sin piedad a sus pequeñuelos para que triunfen en Hollywood y den de comer a toda la familia. Antes de que existiesen Michael Lohan o Billy Ray Cyrus, padres de Lindsay y Miley e hijos de Satán, ya estaba Kit Culkin, verdadero chupasangre y matón de backstage. Kit Culkin era un ex actor de Broadway reconvertido en sacristán de una iglesia (en fin) cercana al hogar de Macaulay, un pequeño apartamento donde vivían siete hermanos. Sus maneras de chulo contribuyeron en parte al fin de la carrera de su hijo en Hollywood: como su representante no sólo exigía más y más dinero para Macaulay por película, sino que exigía que también hubiese papeles para el resto de sus hijos actores (Kieran llegaría a convertirse también en un prolífico actor en los noventa).
Empezó a actuar a los cuatro años, pero fue en 1990, a la edad de diez, cuando una película en la que era absoluto protagonista, 'Solo en casa', se convirtió en la tercera película más taquillera de la historia. Fue el primer niño de la historia de Hollywood en recibir un millón de dólares por un papel, el de 'Mi chica', que se convirtió en otro éxito en taquilla (¿os acordáis? El pobre moría atacado por un enjambre cuando intentaba recuperar el anillo de la chica de la que estaba enamorado). 'Solo en casa 2: perdido en Nueva York' se convirtió en otro exitazo en la navidad de 1992, y con motivos para ello: la película era una lamentable repetición paso a paso de todo lo que había funcionado en la primera.
Eso sí, después de estas tres películas, deja de contar. Siguiendo también la tradición, Macaulay dejó de interesar a la audiencia en cuanto la pubertad empezó a hacer estragos. En 'Niño rico' tuvieron que contratar a actores muy altos para que Macaulay siguiese pareciendo bajito. Ni un cameo de Claudia Schiffer sirvió para atraer a la audiencia. En 'El buen hijo' hizo de malo, y aunque la película no estaba mal, el público prefirió quedarse en casa. De 'El cascanueces', 'Mano a mano con papá' y 'El guardián de las palabras' seguro que muchos lectores ni se acordarán. Fueron sus últimos intentos antes de darse por vencido.
Posteriormente Macaulay fue más famoso por su inmenso anecdotario. Como amigo de Michael Jackson (apareció en el videoclip de 'Black & White') testificó a su favor en el juicio de 2005, declarando que había dormido con él en la misma cama muchas veces y el cantante jamás había intentado ningún acercamiento. También estuvo presente en su funeral. Un año antes, en 2004, fue detenido por posesión de drogas (y ahora es cuando decimos: ¿y quién no?). En 2009 sufrió el golpe de la muerte de su hermana mayor, Dakota Culkin, atropellada en una calle de Los Angeles. Para Kit Culkin, padre de ambos, fue la segunda hija que perdía: en el año 2000 otra de sus hijas, concebida en un matrimonio anterior al de la madre de Macaulay, falleció por una sobredosis de drogas.
Pese a mantenerse alejado del gran público, Macaulay volvió a la gran pantalla en la última década y lo hizo en películas muy interesantes. En 'Party Monster' dio una interpretación delirante del asesino homosexual Michael Alig, uno de los puntales de la cultura club de Nueva York de finales de los 80 y culpable de muchas de las pintas que tenemos que sufrir hoy en día cuando salimos algunas noche por ahí. En '¡Salvados!' interpretó a un adolescente paralítico y agnóstico encerrado en un ambiente católico e hipócrita que seguramente le recordaría a su infancia. Ambos papeles le dieron algo que nunca hasta entonces había logrado: grandes críticas.
Desde aquí, por si nos lee, que seguro que sí, le felicitamos por su 30 cumpleaños. Y le recordamos que, le guste o no, cada vez que nos echamos aftershave después del afeitado y chillamos de dolor con las manos en las mejillas, nos acordamos de él y volvemos a sonreír.