Ha pasado algo de una justicia enorme e histórica: la ola de autobiografías innecesarias, oportunistas y vacías de contenido que acaban de ser publicadas justo a tiempo para engordar sus ventas gracias a la Navidad se están estancando en las listas de ventas. Al menos de acuerdo con las reflejadas en la web de Amazon en Estados Unidos, el mayor proveedor de libros tanto impresos como electrónicos y termómetro de las ventas y los gustos americanos en lo que a la lectura se refiere.
Justin Bieber ha publicado un libro sobre su vida. Tiene 16 años, hace dos estaba todavía colgando vídeos suyos en YouTube y el vello corporal parece no haber hecho acto de presencia en su cuerpito de un metro sesenta. La biografía se llama 'Justin Bieber. First step 2 forever: my story' ('Justin Bieber. El primer paso hacia la eternidad: mi historia'). Una pegatina en la portada informa: "Un montón de fotos exclusivas sólo para ti. Con amor, Justin. Besos". Efectivamente son un montón: 125, muchas de ellas retratando la más tierna infancia del muchacho, para lo que nos tendríamos que retrotraer hasta el 2005, nada menos.
Dado que el libro tiene 240 páginas y el propio Bieber anuncia que contiene 125 fotografías... ¿cuánto espacio queda para lo que viene siendo la vieja y encantadora letra escrita? No demasiado más que lo que el propio Bieber escribe animosamente en su Twitter: 140 letras, carácter arriba, carácter abajo. Que infinidad de editoriales intenten sacar tajada con libros no oficiales sobre una estrella que vende millones es de lo más lógico y se hace desde que existe el papel y organismos vivos más famosos que otros. Pero que lo haga de forma oficial la propia estrella es un indicativo demasiado evidente del ansia de pasta que sufren los que le aconsejan. La última vez que alguien de menos de 20 años publicó una autobiografía fue Drew Barrymore. Pero ella sí tenía algo que contar: era una estrella a los cinco años, alcohólica a los diez y cocainómana a los trece.
El caso de Susan Boyle no es muy diferente. Sí, ya tiene una edad, y el cambio que ha dado su vida al pasar de cuidar gatitos a publicar el disco más vendido de los últimos años podría dar para una tesis doctoral en psiquiatría, dado su comportamiento desde entonces. Pero la vida de un personaje público se cuenta en los años que lleva en el ojo público, y Boyle no tiene mucha más experiencia en ello que Justin Bieber: apareció en nuestros ordenadores en abril de 2009. Las dos estrategias comerciales tienen el mismo misterio que el mecanismo de un picaporte: el libro de dibujitos sobre la vida de Justin Bieber se dirige a un público de nueve a doce años que tiene dos semanas exactas de vacaciones en navidad para leérselo entero. Y el de Susan Boyle se dirige a todas las amas de casa que se compraron su disco ahora hace un año y encontrarán en su edición de bolsillo una estupenda lectura para llenar de arenas en la playa el verano que viene.
El libro de Justin está en un discretísimo puesto número 35 en el ranking de Amazon y el de Susan Boyle se hunde en el 915, nada menos. Otra celebridad que publica su vida hecha libro esta semana es Russell Brand, actor y cómico inglés, novio de Katy Perry y verdaderamente el que más tiene que contar de los tres. Su pasado pasa tanto por haber presentado el debate del Gran Hermano inglés como por consumir heroína, alcohol en cantidades ingentes y sufrir adicción al sexo. Aún así, semejante currículum tampoco ha despertado el interés de los compradores: su libro está en el puesto 296 en Amazon. Lo más curioso es que, con 35 años, esta es ya la segunda autobiografía de Brand.
Hasta hace pocos años cualquier estrella se indignaba si un editor le proponía escribir unas memorias antes de los sesenta. Era prácticamente exigir un epitafio. Ahora las autobiografías son extremadamente finas, tienen una fuente de letra enorme y los recuerdos gráficos ocupan más que los escritos. Al menos Justin Bieber lo ha reconocido a través de su Twitter. "Soy demasiado joven para escribir unas memorias. Esto es más bien un libro de fotos". El año que viene llegarán autobiografías de Demi Moore y Betty White, dos piezas antes las que Hollywood se frota las manos. ¿Qué diferencia hay entre la biografía de Betty White y cualquiera de estas otras que hemos nombrado? No se trata de sus décadas en la industria del entretenimiento ni en el número de anécdotas que puede atesorar. Es algo que tiene más que ver con los medios que cada uno tuvo a su alcance para relacionarse con el público. Los libros de Bieber o Boyle son absolutamente innecesarios porque sus autobiografías ya están publicadas en Twitter, Facebook y Youtube, desde el minuto uno y capítulo a capítulo. Pasar todo eso a papel es innecesario. Y un crimen contra los árboles.