Hace unas semanas hablábamos de la no relación entre Eduardo Cruz y Eva Longoria, aunque ellos, por medio de unas fotos megarobadas intentaran demostrar que estaban enamoradísimos. Esta vez le toca a Ana Obregón y Adans Peres. Aparecen en Diez Minutos, pelados de frío, por las playas de Marbella (en la Costa del Sol en invierno también arrecia el levante). En las fotos aparecen haciendo lo que normalmente hacen dos enamorados, es decir, el pino puente y pasos como de baile. Después también se abrazan y esta imagen viene acompañada con un pie de foto que no tiene desperdicio: “De espaldas y abrazados, mirando al horizonte y quizá a un futuro común”.
El reportaje incluye todas las posibles actividades que se supone que una pareja hace. Paseo por la playa, compras por tiendas de marca (típica cosa que el hombre hace al principio de una relación, pero pasado un tiempo, en la foto de las compras suele salir la mujer en solitario). Todo suena demasiado perfecto para ser verdad, aunque también todo es posible en esta vida. No por la diferencia de edad, que ya va siendo que no sean sólo los hombres los que presumen de conquistas más jóvenes que ellos, sino por detalles que a un detective del coure no se le pueden pasar por alto.
Por ejemplo el destacado de: “Se han alojado en el mismo hotel y han protagonizado divertidas escenas como dos tortolitos”. Lo de que han estado en el mismo hotel se da por sentado, digo yo. Si están recién enamorados, a no ser que sean de los Legionarios de Cristo (que no nos consta) digo yo que el paseo, las compras, la cena romántica con lo que definen en Semana como “mini vestido brillante” de Ana acabaría en algo más... y para ello es imprescindible que estén en el mismo hotel e incluso en la misma habitación. Esto suena a excusatio non petita, que suele desembocar en acusatio manifiesta. Para los de la Logse: que si excusas por algo sin motivo que eres culpable de ello.
Pero quizá lo más destacable de este reportaje, que si está pactado, a mí, personalmente no me sentaría muy bien es lo siguiente: “La tranquilidad o estar de nuevo enamorada han hecho rejuvenecer a la actriz”. No se me ocurre una forma menos sutil de llamarla madura, por no decir vieja, aunque sea dicho desde el cariño y el respeto.