Mucho se ha hablado injustamente de la, digamos, falta de neuronas de Tamara Falcó. Su manera de hablar, como de chiste sobre pijas madrileñas o esas declaraciones del Hola de hace años en el que le preguntaban: “¿Qué es lo que más admiras de tu madre?” y ella respondía: “Su capacidad para combinar los colores” no ayudan precisamente a que pensemos que tiene más de dos dedos de frente. Pero en el Hola de esta semana observamos que no tiene un pelo de tonta. Más aún, que posiblemente es de esas mujeres mucho más listas que las que van de inteligentes que se hacen las medio tontillas para no asustar a algunos hombres.
Decimos que Tamara es más lista que el hambre porque nada más ver las fotos de la llegada de los invitados a su cumpleaños observamos que hay algo raro. Da la impresión de que los invitados (bueno, las invitadas) van a una fiesta y Tamara a otra.
Las pobres Olivia de Borbón, Simoneta Gómez Acebo y María León van en vaqueros, con un jersey y por supuesto un fulard, que es la prenda imprescindible entre la alta burguesía, pero muy muy “casual”. En cambio, en la foto en la que aparece Tamara, nos aparece maquillada como una puerta, con un taconazo de 15 cm, vestido de raso y abrigo de piel de Nelsy Chelala.
Así, a priori, llama la atención, pero es que leyendo el texto, descubrimos que esto no es casual como la ropa de las invitadas. Al parecer Tamara, la pillina (por no llamarla otra cosa) puso en la invitación que la indumentaria era “informal”. A mi eso de que en las invitaciones te pongan que es una cena informal me da siempre muy mala espina ¿informal de ponerse vaquero, de no llevar lentejuelas o de trajecito campestre? Efectivamente, el concepto de informal de Tamara es un poco extraño y el resultado fue, por supuesto, el esperado. Ella aparecía como una princesa recién salida de Corporación Dermoestética y el resto, las hermanastras de Cenicienta yendo a hacer la compra de la semana.