Todas quieren ser Sara
Coco está nerviosita perdida por el partido de este viernes frente a Chile. Le he tenido que poner medio lexatín en la leche de soja sin que se entere (bien picadita) porque no ve la manera de que llegue el día y la hora y nos pongamos de nuevo frente al televisor para ver Telecinco. Coco se ha hecho futbolera porque dice que es solidaria.
-¿Solidaria? No te entiendo Coco. –le digo a mi mascota.
-Solidaria con Sara.
-¿La Carbonero?
Y me ladra en ese mismo instante como si estuviera tonto y rubio y se dedica a atusarse el morro con la pata derecha. Lo hace con tanto arte que he creído que cogía un micro y se hacía la reportera. Coco es de pasiones y ahora le ha dado por buscar fotos de la novia de Iker para forrarse su rincón. Antes era fan de Paulina Rubio (la del mango bien madurito) porque trata a sus mascotas mejor incluso que Mariah Carey. Ahora sólo tiene ojos para Sara. Tanto que hoy, en su ataque de pasión perruno, hemos estado paseando por el barrio en busca de un conjunto para animar a la Roja. Esto es lo que hemos encontrado.
He tenido que comprarle todo, gorra incluida. Pero no os creáis que está convencida, no. Mientras yo le pagaba a la de la tienda el dichoso conjunto Coco ha estado lamiéndome el tobillo (ya llevo havaianas) como queriéndome decir “pregunta si lo tienen en rojo”. La he mirado y he podido leerle el pensamiento. Así que ahí que me veis a mi con Coco de la mano, la cartera abierta pagando el capricho de la bloguera y preguntando si “por favor lo tienen en rojo”.
-Uy, que va. Es que para perros sólo lo han hecho así.
Ya veis que la ropa no tiene desperdicio, que es con su “España”, con su “bandera”, sus “patucos” y con su “gorra”. No os digo lo que vale porque el capricho de mi perra es algo anecdótico y no se va a volver a repetir, Coco no es una perra consentida. Además el Mundial es cada cuatro años y vete a saber dónde estamos Coco y yo dentro de cuatro años. Yo estoy en los 40 y ella en los 16. Y dieciséis son muchos cuando la pobre ha pasado innumerables operaciones quirúrgicas. “Tengo más costuras que la Preysler”, me dice. Yo le digo que diga “más costuras que un sofá”, pero erre que erre me lo ladra. Están divinas, las dos. La P y mi C.
Vamos, que llega el día y estamos con el uniforme en casa dispuestos a apoyar al equipo del novio de Sara Carbonero. A los ingleses los ha puesto verdes entre ladrido y ladrido después de comerse su tarro de pollo cremoso (no diré la marca porque este blog no está patrocinado) por haber echado la culpa a Sara de que pierda el equipo del novio. Está totalmente de acuerdo con Ramón Peco. Dice que no vuelve a comprar el Times.
-Coco, nunca hemos comprado el Times.
-Me da igual, pues no se compra.
-Pues las galletas de te con miel si que te gustan- le digo.
-Hummmm… Ya no quiero galletas de te. Las perras del barrio estamos solidarizadas con Sara y con el equipo del novio de Sara. Así que olvida las galletas.
-Te sienta bien la camiseta, ¿sabes?