La actitud nórdica de Mariló y Carlos Herrera no puede ser buena para la salud
Este mes de mayo es un horror de bodas. Una ya se lía y no sabes si Carmen Morales se ha casado con Chayo mohedano o su ex novio, Antonio, con Kate. Eso sí, el mejor enlace del año es, sin duda el de Jacobo Frizt James Stuart y Asela Pérez Becerril.
En el Palacio de Liria, con trajes ideales ambos y dejando que Alfonso Díez acudiera a la boda. Esa rama de la familia representa a la aristocracia con un punto culto y decadente tan decimonónica que aquí se está perdiendo y somos super fans de ellos.
Pero no vamos a hablar de bodas, sino de separaciones. En concreto de la de Mariló Montero y Carlos Herrera. Hicieron un comunicado y Semana pilló a Mariló a la salida de una clínica de estética para hacerle una mini entrevista que dice mucho, muchísimo.
En el titular comentan que ni afirma ni desmiente que haya terceras personas, pero analicemos sus declaraciones. Le preguntan que cómo es su relación con Carlos Herrera actualmente y ella dice: “Mi relación con él va a seguir siendo excepcional y no va a cambiar en casi nada”. La contestación tiene tela. Parece que es de lo más correcta pero eso de que ahora que ya no son pareja van a estar como cuando lo eran, tiene un subtexto claro: da a entender que llevaban mucho tiempo sin vivir como marido y mujer, vamos, que eran casi como hermanos, algo bastante habitual en las parejas de largo recorrido pero no se suele comentar.
Después en la entrevista dicen que, sí, que se nota por sus apariciones conjuntas en la Feria de Sevilla, donde se les veía estupendamente. Hombre, por las fotos que acompañan el reportaje (exceptuando en la que posan) no parece que sean la pareja más feliz del mundo.
En la primera Herrera le dice algo con vehemencia a su ex y ella mira hacia el suelo como diciendo: “ya estamos otra vez” y en la segunda ella le comenta alguna cosa con cara de “no me toques las narices”. A lo mejor estaban hablando acaloradamente de a ver si tomaban manzanilla o Pedro Ximénez pero, vamos, que las instantáneas en las que les pillan por sorpresa, de muy buen rollo no se les ve.
Ojalá todo sea como Mariló dice y se lleven fenomenal de por vida. Pero tanta insistencia en que todo va genial y que la vida sigue igual, ay, da un poco que pensar.
Esta transformación del carácter latino en sueco ¿para qué nos vamos a engañar? No va con nosotros. Los españoles somos más de montar la marimorena y, si nos separamos, pues de no seguir como si no hubiera pasado nada. Esta contención termina saliendo por alguna parte. Esperemos que no, pero tanta “norcididad” no puede ser sana si uno es de Sevilla, hombreporfavor.