El pasado viernes fuimos conscientes de la durísima situación personal por la que atraviesa Ainhoa Arteta. Después de meses haciéndonos partícipes de las complicadas secuelas que aún acarrea a causa del covid-19, la revista Semana informaba de que la soprano había visto cómo le tenían que amputar varios dedos por una sepsis provocada por la bacteria E-Coli. Esto, sumado a un infarto agudo de miocardio que tuvo lugar el pasado mes de agosto y a su separación de Matías Urrea, con el que contrajo matrimonio hace dos años, ha hecho que la artista se haya visto obligada a dar explicaciones y puntualizar cada uno de los frentes por los que está siendo actualidad.
Primero lo hizo a través de su abogado, que por medio de un comunicado habló de "falsedades, valoraciones y/o imágenes que atentan o pueden atentar contra su dignidad, honor e intimidad como persona y artista" con respecto a "la situación de intimidad sentimental y del estado de salud física" de su representada, anunciando como consecuencia el pertinente "uso de cuantos derechos le amparan en todos los órdenes jurisdiccionales, hasta el militar si fuese necesario".
Sin embargo, si algo ha hecho que se aclaren todas las dudas sobre qué le ha sucedido a Ainhoa Arteta ha sido una entrevista que la propia cantante le ha concedido a la periodista Beatriz Cortázar para el diario ABC. En ella, la de Tolosa explica cómo todas sus complicaciones físicas comenzaron tras un viaje a Mallorca con su por entonces pareja y un grupo de amigos. Su idea era pasar unos días en Jerez de la Frontera, y a su llegada a la ciudad gaditana, unas molestias le obligaron a ingresar de urgencia en el hospital de El Puerto de Santa María.
Allí le diagnosticaron de un cólico nefrítico del que fue intervenida. Horas más tarde, al ver cómo su estado general empeorada, fue trasladada en helicóptero hasta el hospital de Sevilla, donde estuvo seis días en coma inducido. "Para mí lo más importante es que me salvé y por eso puedo decir que el 26 de julio volví a nacer", ha expresado con optimismo.
Como consecuencia de la intubación de esa semana crítica para su salud, Arteta tiene, como ha manifestado en estas declaraciones, las primeras desde que se filtrase la noticia, una serie de "heridas de guerra" tanto en las manos como en los pies. Con esto, la artista lírica hace referencia a la amputación de parte del dedo índice de una de sus manos y de un dedo del pie derecho.
Ahora, ya instalada en su casa del País Vasco, su prioridad está clara. "Quiero cuidarme y sanarme entera, del resto me da igual lo que digan y dejen de decir", ha confesado con rotundidad. Lo más importante para ella es que sus hijos Sarah e Iker, de 21 y 11 años respectivamente, "están bien gracias a Dios" y que su mente está en la recuperación.