Amaia Montero se ha cansado de pasar por el aro. Hace ya mucho tiempo que decidió empoderarse y no callar ante los titulares que protagoniza más allá de su música, territorio en el que lleva moviéndose desde hace ya veinte años. "Hay quien encuentra raro que a los 40 no esté casada / Otros juran que bebo y que en persona no valgo nada / Que hace dos o tres tallas que no entro en mis vaqueros", gritaba en 'Nacidos para creer', uno de sus últimos hits. Por entonces soltaba zascas a través de una canción. Pero ahora ha decidido zanjar su última polémica a golpe de comunicado.
El motivo de su enfado ha sido un artículo en el que se debatía sobre sus supuestas operaciones estéticas. "¡Efectivamente! Durante el confinamiento me he hecho unas 48 o así. Pero tranquila, que todavía me quedan unas cuantas", soltaba con mucho sentido del humor en redes. Sin embargo, parece que el sarcasmo no era suficiente y ha tenido que echar mano de su gabinete jurídico para "disipar definitivamente todas las especulaciones sobre posibles retoques".
En la noticia se recurría al testimonio de expertos en la materia para "sacar conclusiones" sobre el cambio físico que la artista ha experimentado en los últimos meses. Algo que, para ella, "denota una absoluta falta de rigor profesional". "Una vez más, esas conclusiones son erróneas, como la propia Amaia Montero no ha dudado en significar a través de sus redes sociales con la ironía derivada del hartazgo causado por los insistentes comentarios de esa índole, relativizándolo y focalizando su atención como no puede ser de otra manera en su trabajo", informan sus abogados en su nombre, insistiendo en la "honestidad, sinceridad y claridad a la hora de hablar" por la que siempre se ha caracterizado la de Irún.
El comunicado recalca que la exvocalista de La Oreja de Van Gogh "ha reconocido públicamente que con el paso de los años ha sufrido notables cambios físicos debidos a sus oscilaciones de peso". Algo que no quita que, como se expresa con rotundidad, se haya sometido a algún retoque o cirugía de cualquier tipo en su rostro, "siendo este un aspecto que, en cualquier caso, formaría parte de su esfera privada".
Ante unas declaraciones como estas, es imposible no acordarse del famoso "me ha llamado gorda y punto" que pronunció en un sonado rifirrafe con Malú, con la que ya ha firmado la paz. Todo surgía por la dichosa tiranía de estar perfectas a la que se ven sometidas las artistas femeninas para lograr mantenerse en el circuito de la industria. El debate público sobre el aspecto físico, un "síntoma claro de una mentalidad de signo machista contra la cual se lleva tantos años luchando en reivindicación de la igualdad entre géneros" y que en esta ocasión ha querido volver a poner sobre la mesa.
Está claro que la cantante no quiere volver a leer titulares sobre su "increíble cambio físico". Tampoco quiere que Twitter rumoree sobre su estado actual. De ahí que haya aprovechado este comunicado para "confirmar que está disfrutando de un momento vital de plena felicidad y tranquilidad, volcada en estos días de lleno en su daceta como compositora, culminando que será su próximo trabajo", algo que ha intentado transmitir en las últimas imágenes con las que nos topamos si bicheamos su feed de Instagram. Nos alegramos de que vuelva a la música. Y de que reivindique su papel en la industria. Porque, como bien dice su bio de Twitter, por mucho que algunos se despisten, ella siempre será "la reina del pop".