Gucci diseña para ella accesorios de equitación. Mario Testino, el fotógrafo de Diana, la tiene entre sus fetiches. Karl Lagerfeld quedó admirado por su belleza al verla asomada a una de las ventanas del palacio familiar monegasco. Más allá del gen Kelly, Carlota Casiraghi va en camino de encontrar un hueco propio en el imaginario colectivo sin renunciar a su espacio íntimo, un equilibrio difícil en el clan de los escándalos y las tragedias. La niña de los ojos enormes está a punto de relevar al tótem Carolina al frente de los iconos del glamour mediterráneo. ¿Ley de vida o estudiada hoja de ruta? Así madura la ‘princesa de Europa’.
Algo debe de tener Charlotte Marie Pomeline Casiraghi Grimaldi para concentrar la atención de los objetivos de medio mundo. Muchos han señalado que la clave está en el genotipo Grace Kelly (su abuela y la única actriz de Hollywood que acabó casándose con el príncipe) modernizado con el ‘look’ Ibiza, mientras que otros subrayan su valor como el último exponente elevable a icono de una familia en decadencia, pero lo cierto es que nadie acaba por dar de lleno en la diana de su enigma.
Carlota (3 de agosto de 1986), a quien hemos visto crecer al ritmo del baile de la Rosa, ha contribuido indirectamente a este juego de flashes y sombras concediendo muy pocas entrevistas, protagonizando aún menos escándalos, manteniéndose bajo el ala de su elegante madre sin renunciar al desmadre de las fiestas más 'in' y moviéndose en un grupo de íntimos que incluye a sus hermanos (Andrea y Pierre), las novias y los amigos de éstos, y los hermanos y los amigos de las novias de éstos. Todo queda en casa.
Sin ir más lejos, conoció a su actual amor, el nieto de multimillonario e hijo de top model Alex Dellal, a través de la rica heredera colombiana Tatiana Santodomingo, novia de Andrea. Antes se la relacionó con el joven aristócrata Hubertus Herring Frankensdorf (2001-2002) y con Felix Winckler (2005), hijo de un abogado británico de éxito y una galerista.
Así ha creado un elitista entramado privado que incluye a muchos de los hijos de empresarios mundiales, todos ellos hastiados de la repercusión pública de su vida pero no tanto como para renunciar totalmente a sus deberes familiares. Y mucho menos a sus privilegios. ¿Para qué decir adiós a los Grand Prix de Montecarlo en primera fila, las vacaciones de esquí en las montañas austriacas de Zurs y los yates en Saint Tropez e Ibiza?
La hija pequeña de Stéfano Casiraghi (tenía apenas cuatro años cuando su padre murió a los mandos de una embarcación) está lejos de la rebeldía, pero también de contentarse con los rastrillos solidarios, de modo que en los últimos años no cesa de buscar un proyecto personal. La escritura fue su primera opción. Tras acabar filosofía en la Sorbonne en 2007, realizó prácticas en el periódico The Independent para estar cerca de su novio en Londres, donde firmó temas culturales, por ejemplo sobre una colección de zapatos Loboutin inspirados en un encuentro del diseñador con el director de cine David Lynch. Ya confesó en Vogue Francia que la lectura era una de sus pasiones, sobre todo clásicos como Stendhal, Flaubert, Rilke o "cualquier cosa escrita por Emily Dickinson”.
Pronto colaboró también en la publicación semestral de moda y tendencias 'Another Magazine' e intentó sacar con su amiga franco-brasileña Alexia Niedinsky su propia revista de tendencias al estilo de la Tatler británica, pero el proyecto no prosperó (desde aquí animamos a Carlota a seguir con su gusto por las letras haciendo una prueba para Divinity).
Los caballos son otro filón. Carlota de ha participado en numerosos concursos de salto en todo el mundo, uno de los últimos en Valencia. Los expertos hablan de una técnica notable, pero aseguran que le queda bastante para la excelencia.
"Los caballos siempre han formado parte de mi vida: ya de pequeña mi madre me montaba en los ponys (…) pero el deseo de convertirlo en algo más se fue haciendo más grande, ya que quería consagrarme como una deportista de alto nivel. Más tarde, cuando se tiene una familia e hijos, es más complicado", dijo en la misma entrevista a Vogue. Gucci no perdió el tren y la ofreció diseñar en exclusiva para ella los símbolos de la marca en los arreos que protegen la boca de los animales y las cintas que decoran sus crines. También en la ropa deportiva de la jinete.
Precisamente la moda podría ser la opción más realista, tanto de modelo como de diseñadora. Karl es su fan confeso ("me recuerda a Brigitte Bardot de jovencita", dijo el creador) y con Stella McCartney mantiene muy buenas relaciones, sobre todo desde que lanzó la revista Ever Manifesto, que combina ecología y pasarelas.
Su papel como imagen del Principado es sin embargo la vía más probable para encauzar el poder de su carisma, al menos en su vertiente más convecional. Un diamante en bruto que su tío Alberto, con quien comparte el amor por el medio ambiente, no puede obviar si quiere mantener Mónaco como el enclave vip que su padre le legó. Sobre todo después de los rumores subterráneos que insinuaban un intento de 'novia a la fuga' por parte de Charlene Wittstock antes de su boda de este verano. Habrá que esperar para ver qué faceta de Carlota cristaliza finalmente.