He aquí una sacrificada forma de trabajar sin hacer más bien nada que todavía no ha llegado a España: adelgazar y engordar, adelgazar y engordar, adelgazar y engordar. Es posible que cueste más que cualquier trabajo remunerado: debes dejar de comer todo lo que te gusta y luego ponerte hasta los topes. Cuando eres una celebridad que está pasada de kilos vas a la tele a hablar de la dieta que acabas de comenzar. Cuando adelgazas, vuelves a la tele a dejarte ver y vendes el milagro por una cifra millonaria a una revista. Funciona: uno de los números más vendidos de la historia de Us Weekly fue aquel del año 2006 en el que Janet Jackson mostraba sus nuevos abdominales al mundo tras engordar escandalosamente unos meses antes. Cuando vuelves a engordar, vuelves a ser noticia, mayormente porque todo el mundo vuelve a estar pendiente de que adelgaces.
Janet es, de hecho, uno de los tristes ejemplos de este oficio. En la década de los 00, Janet no será recordada por ninguno de los cuatro álbumes que publicó, sino por enseñar un pecho en la Superbowl y por ganar y perder kilos un total de doscientas veces. Lo mismo se puede decir de Kirstie Alley, que en unas fotos tomadas ayer mismo en Los Angeles vuelve a mostrar al mundo que está un poco... ancha.
Kirstie ha hecho poco más que engordar y adelgazar desde su último éxito en la tele, 'El secreto de Verónica', aquella sitcom tan divertida en la que una Kirstie en su peso más o menos normal ya tenía que soportar unos diálogos que en su 50% iban dedicados a burlarse de su masa corporal. Desde entonces se ha convertido, tal vez, en la celebridad cuyo oscilamiento en la báscula es seguido de manera más obsesiva por la prensa norteamericana. Llegó a pesar 104 kilos. En el año 2006, después de perder 35, apareció en bikini en el programa de Oprah. Lo más humillante de todo fue la respuesta del público: Kirstie fue objeto de cierta mofa nacional porque, para muchos, aún no estaba lo suficientemente delgada como para poder presumir de cuerpo.
Lo malo es que, tras logar su objetivo con la dieta, a Kirstie le pasó lo que según algunas encuestas le pasa al 95% de los que pierden peso: lo volvió a recuperar al cabo de un año. Según ella misma admitiría, no se le ocurrió otra cosa mejor que convertir el gimnasio en un comedor. Esta vez las portadas fueron todavía más demoledoras: "A Kirstie Alley le quedan cuatro años", "Ejecutivos televisivos dicen a Kirstie: estás demasiado gorda"o "Despedida por estar demasiado gorda". Kirstie se pasó por el forro estas críticas. O, más bien, por la sesera: se puso frente al ordenador y parió una serie llamada 'Fat Actress' sobre una actriz llamada Kirstie Alley que se enfrenta a un Hollywood que odia y relega a las gordas. Pues ni así: tras siete episodios, la serie se canceló.
Valerie Bertinelli, a la que los que siguen la sitcom 'Hot in Cleveland' conocerán como el personaje más prescindible de la serie, es otra de esas estrellas que durante años hizo de sus kilos su mayor valor al alza e incluso publicó un libro sobre ello. Su portada en People se convirtió también en una de las más comentadas y vendidas del año en Estados Unidos. De actriz regordeta de telefilmes (la habéis visto infinidad de sábados pro la tarde) pasó a nuevo sex symbol de la América profunda gracias a perder 23 kilos y lucir tipito con 48 años.
La clave de estos artículos no sólo está en la prometedora foto de portada (siempre atiborradas de su buen photoshop, aunque aclarar eso a estas alturas es como recordar que también hacen uso de la iluminación), sino en el "how I did it": las lectoras encontrarán dentro las claves para poder conseguir sus mismos resultados. ¿Los consiguen? Pues jamás, porque las celebridades se dejan en ello unos cuantos miles de dólares que la cajera de un supermercado de Iowa jamás reunirá en su cuenta corriente. Esto tiene más de aspiracional: las americanas saben que no podrán conseguir el mismo resultado, pero siempre pueden acariciar la portada de la revista y pensar en qué pasaría si lo hiciesen.
Tanto Valerie como Kirstie se convirtieron en imagen de Jenny Craig, la compañía de nutrición y pérdida de peso más popular de Estados Unidos. Pero mientras Valerie Bertinelli es una de sus alumnas ejemplares, Kirstie fue despedida en 2008 por estar, según una impertinente portada del National Enquirer, DEMASIADO GORDA. Por si no fuera poco ofensivo eso, fue sustituida por Queen Latifah, que venía directita de ser imagen de... ¡Pizza Hut! La versión de Jenny Craig fue que, en realidad, el despido de Alley se debió a la incompatibilidad de imagen entre el programa que ellos representan y la Cienciología, a la que Alley pertenece. Pero eso es meternos ya en otra historia: desde que Alley superó su adicción a la cocaína gracias a la Cienciología ha sido una defensora acérrima de tan polémica organización.
En fin, que lo llaman "yo yo diet" y es uno de los entretenimientos de América: alegrarse cuando ven cómo una celebridad ha perdido peso y alegrarse todavía más cuando ven cómo lo ha vuelto a recuperar. Paradójicamente, en los últimos meses han comenzado a emitirse bastantes series donde los gordos son los protagonistas y han pasado a ser considerados el sector de población de moda en la pequeña pantalla esta temporada. Kirstie Alley, de hecho, se ha apresurado a convertir de nuevo su lucha contra los kilos en trabajo: en breve se estrenará la segunda temporada de 'Kirstie Alley's Big Life', un reality en el que la actriz documenta su lucha contra la grasa sobrante.
Pero las revistas de actualidad siguen glorificando la pérdida de kilos como si se tratase de haber alcanzado la cima del K7. Si hay algo que ejemplifique la relación de admiración/envidia que la mayoría de los mortales tenemos con esas cosas llamadas estrellas es el control con sus kilos. En la dieta de una celebridad no existe la posibilidad de mejoría, sólo de perfección. Cuando Janet Jackson enseñó unos abdominales de acero en Us Weekly las lectoras sonrieron admiradas. Cuando Kirstie Alley enseñó un cuerpo mucho más delgado pero donde todavía había generoso muslamen, los espectadores se rieron de ella. Ella misma fue consciente años después en el show de Larry King: "¿en qué estaba pensando?", suspiró.