Decía Nietzsche que cuesta más limpiar la fama que la conciencia. Y la polémica desencadenada a raíz de la publicación en L´Express de que Charlene Wittstock ha intentado huir del país días antes de su boda contiene ambos ingredientes. Fama, la de Alberto, que está por los suelos, y conciencia, la del periodista, que le ha puesto en el ojo del huracán. Y como el bueno del Príncipe no ha protagonizado dimes y diretes…
La noticia contaba que Charlene había dado una espantada de última hora y hubo que detenerla en el aeropuerto cuando se disponía a volar hacia Sudáfrica con billete sólo de ida. Un miembro de la familia tuvo que convencerla y, desde ese episodio, la novia se habría probado el vestido para la boda y otros menesteres de mala gana.
Pero los rumores vienen de antes. El sábado, un periodista de 'France 3', Charly Boudet, dijo en su Twitter que el príncipe Alberto tenía un hijo con otra mujer y que su prometida había sido retenida en el aeropuerto -se entiende que huyendo al descubrirlo-. El Twitter de este periodista está restringido sólo a 378 seguidores, pero uno de ellos lo retwitteo. Luego, este periodista añadió que la historia se la había contado un alemán a partir de una filtración en la policía. Pero todo "por confirmar". Eso sí lo dejó bien claro.
No obstante, el rumor era vox populi en la prensa francesa, según otros medios de este país. Y sólo L´Express se ha atrevido a romper el silencio. Y a partir de aquí, todos son incongruencias.
El abogado de Alberto de Mónaco, Thierry Lacoste, ha declarado en Le Figaro que este tipo de rumores son una vergüenza. Que es como si dijeran que el Príncipe tiene el sida, en relación a unas informaciones que se difundieron hace años sobre Isabelle Adjani, actriz y cantante francesa, de que tenía el VIH, cosa que luego resultó ser falsa. Unos pucheros muy apropiados, pero acompañados de explicaciones nada convincentes.
Dice el abogado que, finalmente, no habrá acciones legales porque el medio ya ha retirado la noticia. Sin embargo, la noticia sigue ahí. No se ha retirado. L´Express ha dicho, de hecho, que no la borra porque la citación que ha recibido no le insta a hacerlo. Y en cuanto a las pruebas que se les exige para probar la veracidad de la historia, se acogen al secreto profesional, su derecho a no revelar las fuentes o cómo se ha conseguido una información. Pero es que, mientras tanto, en Francia hay un debate abierto sobre las caras de sota de la novia los últimos días. El Figaro dice que a nadie se le escapan esas miradas ausentes de ella...
El Times ha sido el encargado de rematar la historia. Ha entrevistado a Ryk Neethling, un nadador amigo íntimo de la novia, que con un lacónico "va todo bien" se ha quitado el mochuelo de encima. No es de extrañar que el asunto sea tan agradable de paladear como el agua hirviendo. La conspiración de fondo es propia de Le Carré. Hasta 2005, un tratado acordaba que si Alberto no tenía un hijo legítimo, el principado de Mónaco volvería a formar parte de Francia, algo que no ocurre desde el siglo XIII. ¿Novia a la fuga? ¿Filtraciones de Estado? ¿Espías? ¿Intrigas milenarias? ¡Que alguien llame a los Power Rangers!
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