Gonzalo Miró intenta hacerse el nórdico al hablar de su ruptura, pero mete la pata
Por mucho que todos tengamos muebles de Ikea en casa, no somos suecos. Así que cuando una pareja se separa y sus declaraciones son como si estuvieran hablando del vecino de enfrente y no de con quién han estado durmiendo durante los últimos tres años, una piensa que algo raro hay.
Gonzalo Miró aparece en Lecturas Explica que no ha habido terceras personas, ni nada gordo y que han ido distanciándose poco a poco. Vale, hasta ahí, aceptable. Pero la cosa empieza a chirriar cuando dice de ella que es “una magnífica persona, muy trabajadora y con sentido del humor”.
En fin, traducido al lenguaje coloquial es como si la definiera como “maja, limpia y graciosa”. Una espera que después de una larga relación digan de ti que eres extraordinaria, inteligente, guapísima, divertida… puestos a comentar virtudes o, incluso, antes de que te diseccionen de esa manera tan fría casi preferiría que declararan en público que soy una mala pécora, casquivana, antipática e insoportable. Lo otro es tan tibio que da escalofríos.
Pero ahí no queda la cosa, cuando le preguntan por una posible reconciliación dice que es pronto para saber si volverán a intentarlo. Por favor, si alguien entiende esa respuesta que me la explique. ¿Se han dado un periodo de reflexión? ¿están probando a ver si se echan de menos? ¿se ven juntos en la vejez y, hasta entonces, cada uno hará su vida? Pero bueno, eso es lo de menos, lo más fuerte es la respuesta con la que el interrogatorio se da por finalizado.
Le preguntan al joven Miró (que tiene bastantes años menos que Amaia) que si le gustaría formar una familia. Ahí sí sale el lado latino y nos damos cuenta de que por muy civilizados, gélidos y nórdicos que queramos parecer, nuestra esencia termina saliendo, como el acento a los presentadores de telediarios nacionales que vienen de provincias.
Miró responde: “Es algo que de momento no me quita el sueño pero, con la persona adecuada, si que me gustaría”. Vale, ya está. Es decir que Amaia no era la persona adecuada, además de calificarla de maja, graciosa y limpia. Pues mira, yo casi preferiría que dijera que no iba a acercarse a mi ni con un palo antes de tanta contención y tan aparente buen rollo.
La “suequedad” para los Suecos, pero nosotros somos de la parte del mediterráneo.