La fiel audiencia de Julia Otero intuía a principios de este año que algo no iba bien. La enigmática ausencia de la periodista en el programa de radio que lidera a diario generó cierta preocupación entre sus oyentes, que pronto conocerían de boca de la locutora el motivo por el que dejaba las ondas temporalmente. Los médicos le detectaron un cáncer tras someterse a un control rutinario “de esos que tenemos que hacernos todos”. “En un rinconcito aparecieron unos centímetros de células egoístas, de esas que no procuran el bien común, que se olvidan y van por libre”, explicaba serena en una breve llamada telefónica con su equipo, consciente de que debía una explicación a la gente que sintoniza su espacio al llevar “miles de tardes compartiendo la vida” con ellos.
A mediados de mayo, meses después de dejar a un lado los micrófonos para centrarse en su tratamiento, Otero volvía a llamar a JELO por su 62º cumpleaños, aprovechando esta jornada tan especial para compartir con todos su evolución. “Estoy muy bien, como una rosa. Después de dos meses de artillería pesada los médicos han decidido darme un alto al fuego”, comentaba a sus compañeros de programa, recalcando que faltaba “muy poco” para recuperarse y que esta tregua la estaba viviendo “como un beso”.
Julia afronta su enfermedad con optimismo, fuerza y con un gran sentido del humor. Hace unas semanas, la periodista bromeaba con las indicaciones de su médico: “Mi oncólogo me manda a paseo y soy obediente. Cada día seis, siete u ocho kilómetros”, comentaba en redes, explicando que así estimulaba “la producción de unos seres muy simpáticos llamados neutrófilos”, un tipo de célula que se trasladan hasta la zona donde está ubicada la infección y la combaten ingiriendo los microorganismos y elaborando enzimas que los destruyen. “Me estoy haciendo un máster, curando y aprendiendo”, ha reconocido en reiteradas ocasiones durante esta batalla.
En esta época estival, sin embargo, esta recomendación la lleva a cabo a última hora de la tarde, ya que los pacientes que están recibiendo quimioterapia tienen la piel extremadamente sensible y deben exponerse al sol extremando las medidas para minimizar el impacto de los rayos. “Por fin se retiró el sol y los que tenemos prohibido este verano, ya podemos salir a pasear”, se mostraba sonriente y con ganas de recuperar la normalidad en una fotografía. “Respirar, pasear, protegerse del sol… preparándome para la última quimio”, empezaba a atisbar el final de una larga y tediosa lucha a mediados de julio.