Hay noticias paquete bomba que suponemos que ponen en un aprieto deontológico y comercial a los responsables de las revistas. Un ejemplo de esto lo hemos tenido esta semana en QMD. Mar Flores y Javier Merino eran noticia por dos motivos: uno, el nacimiento de sus mellizos y el otro porque la Fiscalía Anticorrpción ha pedido para Merino dos años de cárcel y 3,5 millones de euros de multa por un presunto delito de usos informáticos. Vale. Las dos noticias son relevantes, claro. Una tiene más morbo que otra (creo que no hace falta que especifique cuál) pero esto no es The Economist (aunque ahora Pronto se haya convertido en el Le Pronté Diplomatiqué, como vimos la semana pasada).
Así que en el QMD optan por titular por la novedad de que han tenido mellizos. Sobre este dato dan un párrafo, en el que comentan que Mar ha dicho que se parecen un poco a la familia de Merino y que ella llevaba unos taconazos y un abrigo amarillo (este último dato lo podían haber omitido porque ya se ve en la foto) y que se llaman Bruno y Darío. El resto del artículo lo dedican los problemas de Merino. Que si Hacienda le reclama 120.000 euros, que si lo del presunto delito por el que le piden dos años de cárcel… Vamos, que los mellizos, claramente, no han venido precisamente con un pan debajo del brazo.
El antetítulo de la noticia es: “La modelo y Javier Merino, felices por partida doble”. Esta frase tiene enjundia. Lo primero, la pobre Mar Flores ha intentado por todos los medios ser actriz. De hecho, ha actuado en varias películas, con lo cual, oficialmente es actriz, pero la revista obvia este dato lo cual, no ha debido sentar muy bien a modelo. Y atención también al dato de que no mencionan a Merino por su profesión, por razones bastante obvias.
Pero lo más llamativo del artículo es la foto donde aparecen ambos. El pie reza: “Javier Merino, miraba embelesado a su mujer”. Efectivamente, la mira, pero no puede decirse que embelesado. Mar, como actriz que quiere ser, sonríe pero no con ese gesto pletórico que suelen tener las madres recientes, como dándole normalidad a la situación. Pero el gesto es más a lo Gioconda, lo que viene a llamarse una sonrisa digamos falsa. Y la cara de Merino no es de embelesamiento, es como si estuviera muy lejos de allí y, desde, luego expresa una tristeza profunda que los mellizos parece que no pueden contrarrestar. La típica noticica/paquete bomba que en apariencia está anunciando algo magnífico pero que en el fondo cuenta algo más bien tirando a drama.