Mujeres que pintan mujeres tristes
Hay una tendencia en Instagram. Llevo tiempo observándolo y no sé bien cómo nombrarlo pero sería algo así como 'El boom de las mujeres tristes'. Cada vez más chicas pintan a otras mujeres en estado de melancólica tristeza. Sus autoras rara vez se cuelan en los medios generalistas, pero todas arrasan en redes. Cuentan en miles sus seguidores y sus dibujos triunfan (y se venden) desde ahí. ¿Por qué gustan tanto estos dibujos de mujeres (casi siempre cabezas de mujeres) jóvenes, tristes y hermosas?
Pues porque son nuevos y tienen verdad. Hay dos grandes novedades en estas artistas: son mujeres que representan a mujeres y lo hacen casi siempre prescindiendo de sus cuerpos. "¡El boom de las mujeres tristes sin cuerpo!" Os las presento primero y cuento después por qué es tan importante que sus autoras sean mujeres y que sean mujeres-arranca-cuerpos.
@Paula Bonet (146K seguidores en Instagram) es la que a todos nos suena, la única maistream. Su libro 'Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End' (Lumen) la convirtió en artista gráfica de culto y éxito de ventas. Mujeres (más correcto sería hablar de cabezas de mujer) melancólicas, hermosas y llenas de vida (y tristeza) sirvieron para conseguir el objetivo de la autora. "Quería que la ficción consiguiera este objetivo: congelar un estado vital concreto. El dolor por el final de una etapa, el miedo por el paso del tiempo, las ganas de alargar unos años concretos de la vida de alguien".
@elenapanc (11,7 K seguidores en Instagram) es ilustradora freelance, acepta encargo y retrata mujeres enigmáticas, con trazo realista y sin cuerpo. Todo lo que se quiere transmitir está de hombros para arriba la mayoría de las veces. Y llega.
@mariaherreros (18.9 K seguidores en Instagram) retrata mujeres famosas con trazo expresionista, duro, casi enfadado y siempre melancólico. Este dibujo es de su serie 'Shady Girls'. Herreros tiene una fuerza poco común y es capaz de colocar a las celebrities en el filo de esa navaja que antes o después parte a los mortales por la mitad (a todos).
@naranjalidad (37.2 K seguidores en instagram) es una autora con su página web en construcción y un nombre sin apellido. "Soy Bea, arquitecta y dibujo" es su escueta definición. Vende su trabajo en Etsy y cuenta los likes en miles. Sus mujeres, siempre sin cabeza, también conocen la tristeza. Perplejas, siempre apagadas (en los colores de la paleta) fuertes, palpitantes, distintas.
@agnes_cecile (113K seguidores en Instagram) pinta en lienzo, mujeres (de nuevo casi siempre sin cuerpo) que terminan por escurrirse, por empaparlo todo. A veces, la pintura estalla en color al final del dibujo en blanco y negro. Murales infinitos y seguidores en todo el mundo.
El hecho de que sean mujeres representando la vida interior de las mujeres es algo que importa (por eso no he metido artistas hombres en esta selección, que los hay, como @conradroset (169 k en Instagram) y @el_ral (11.7 k), pero voy a hablar de otra cosa). Ya se nos ha olvidado, pero lo cierto es que durante siglos el arte ha estado casi exclusivamente en manos masculinas (los artistas, los pintores y los escultores eran, por definición, hombres) y esto ha hecho que apenas conozcamos obra plástica firmada por mujeres. Si alguien tiene dudas que se de una vuelta por el Prado o cualquier otro ejemplo cercano. Las mujeres no hemos tenido capacidad de auto-representación.
Es por esto que la identidad femenina en arte ha sido sinónimo de su cuerpo social, casi siempre relacionado con su cuerpo desnudo y fecundo. Es verdad que las cosas cambian a partir del siglo XX, momento en que las artistas empiezan a retratar su mundo interior y su privacidad, recurriendo a menudo al simbolismo y al surrealismo. Pienso en Frida, en Louise Bourgeois, Leonora Carrington... Pero amanece el siglo XXI y en las nuevas mujeres tristes no hay surrealismo e, en todo caso, predomina el trazo realista con un soplo invisible, soñado y a la vez conocido.
Lo de que sean mujeres sin cuerpo es lo que me tiene emocionada. La iconografía femenina en la historia del arte ha ido asociada desde los orígenes al cuerpo de la mujer (más veces desnudo que vestido) y a menudo sin cabeza. La cabeza, de hecho, ha aportado a lo largo de los siglos más bien poco a un cuerpo con un potencial simbólico infinito y esencial. Tener o no tener rostro no ha sido significativo a la hora de representarnos.
Repasa mentalmente todas esas imágenes, todas esas pinturas que has visto y tienes en la retina: de perfil o inclinadas, dormidas, mirándose en un espejo, abandonas, distraídas, con los ojos cerrados, entornados, bajos, vírgenes, Santas, putas… A La Gionconda le dio por mirar “casi” de frente y mira la que lío. Mujer y carne, mujer y cuerpo, mujer y sangre, mujer y cuerpo y más cuerpo.
Por una vez son (¡somos!) sólo cabeza. Por una vez, no hace falta más. Cabezas y rostros capaces de aflorar algo invisible que conocemos pero que ha estado oculto.Me encantan estas artistas, me encantan las mujeres que dibujan, me reconozco en todas, las felicito y me alegro de que existan y que agiten el mundo con su soplo invisible.