Norma Duval, antes muerta que sencilla, en el Carnaval de Venecia
En el Carnaval se supone que cada uno saca su lado oculto y que pone de manifiesto lo que el resto del año no es. El disfraz dice mucho de la personalidad de cada uno y el oficinista se disfraza de Elvis Presley, el Ama de Casa de chica de cabaret o el banquero de punky.
Las imágenes en el ¡Hola! de Normal Duval y Mathias Khün en 'Il Bailo del Doge', la fiesta más exclusiva del Carnaval de Venecia, no cumplen ese requisito.
Si no supiéramos que estaban en esa celebración, pensaríamos que era un evento como otro cualquiera en el que Duval se había puesto algo de su fondo de armario, sin más. El vestido es un poema y el miriñaque bastante exagerado pero, en fin, cosas más llamativas se ha puesto ella. No nos olvidemos que antes de 'Señora de' ha sido Vedette así que en ella un corset, unas plumas y el satén no llaman la atención. Porque Norma Duval es la encarnación de esa bonita frase de "antes muerta que sencilla". Lo que echamos de menos era una peluca como Dios manda, el peinado en forma de de mariposa, tan siglo XV o algo un poco más sofisticado que la media melena con mechas.
En la entrevista, donde ya se encarga de destacar que a esa fiesta sólo va lo más de lo más de la jet set mundial, comenta que el Carnaval de Venecia no tiene nada que ver con el del resto del mundo, que es algo “elegante y tranquilo” y añade una frase que uno sospecha que está sacada de un libro de la Oficina de turismo: “Es como retrotraerse a la ciudad de hace siglos con su máximo esplendor, cuando fue la República más poderosa de su entorno”.
Norma iba suficientemente llamativa por los dos. Mientras, sin ánimo de criticar, hay que decir que Khün (al que ya conocíamos porque cada vez que se hacía un reportaje televisivo sobre alguna villa de lujo, salía él mostrándola y haciendo propaganda de su mega exclusiva inmobiliaria) no ha elegido el modelo más adecuado. Él debió pensar que con una casaca y un gorro ya era suficiente. Pero hombre, un poquito de rigor, si el tema era la moda de Luis XV, esa corbata negra sobraba y, desde luego, el reloj. El Carnaval es el Carnaval y hay que meterse en el papel. Si tu pareja se pone, la mujer, un miriñaque de metro y medio, que le dificulta sentarse, pues haz un esfuerzo y ponte una chorrera o un escarpín, por lo menos… y quítate el reloj, que es Carnaval y no importa la hora que sea.
Pero el remate de este reportaje de su amor en Venecia está en su estilismo de día, que lo explica todo. La pareja pasea por la ciudad de amor, demostrándolo a raudales y Duval lleva un abrigo de piel blanco que sólo ella podría lucir. De cualquier otra mujer del mundo (a excepción quizá de Raquel Mosquera) podríamos pensar que continuaba vestida de Carnaval, disfrazada de Reina de las Nieves.