Cuando un personaje público aparece visiblemente más delgado ante las cámaras comienzan los rumores. Y esto fue lo ocurrió en los hogares españoles que sintonizaron Televisión Española durante las últimas campanadas. La cintura de Anne Igartiburu puso en marcha a la rumorología y su argumento preferido: la operación de las costillas flotantes. Según algunas leyendas urbanas, Paula Vázquez y Thalía también se habrían sometido a esta cirugía. Pero, ¿en qué consiste esta intervención? Y, sobre todo, ¿es tan común como creemos?
También conocida como remodelación costal, esta cirugía se basa en la eliminación de las costillas más bajas, situadas donde termina el tórax y comienza el abdomen. Su objetivo es estilizar la figura. Para realizarla, "se hace una incisión lateral y se sacan estas costillas, que no están completamente unidas al resto, por lo que son bastante fáciles de quitar", explica Jaume Masiá, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reparadora (SECPRE).
Y pese a lo agresiva e intrusiva que parece cuando uno se la imagina, Masiá afirma que tiene los mismos riesgos que cualquier otra cirugía: "En líneas generales, no hay riesgos funcionales, aunque sí puede provocar moratones o cierto sangrado, como el resto de las intervenciones". Sin embargo, el doctor Jaume Lerma, director del Área de Cirugía estética de Corporación Dermoestética –donde no se practica-, avisa de la existencia de ciertos peligros: "Al extirpar las costillas puede producirse una lesión de la pleura y tener un neumotórax, que es una complicación importante".
Aunque a muchos profesionales pueda parecerles una operación sencilla ("técnicamente no es nada compleja", puntualiza Masiá) y sin demasiadas contraindicaciones, poca gente se somete a ella. "Se practica en casos muy limitados y no se indica a todo el mundo. El beneficio no está tan claro en todos los pacientes", argumenta el presidente de la SECPRE. De hecho, en Corporación Dermoestética "se hizo alguna vez hace unos veinte años" y nunca más, puntualiza Jaume Lerma.
El problema reside en que la remodelación costal no tiene resultados en muchos pacientes. El doctor Eugenio Lalinde, que dirige el Instituto del Dr. Lalinde en Madrid -donde sí se realiza-, cuenta que sólo es de utilidad y tiene efectos visibles en pacientes "muy delgados y bastante altos". "Para que la operación tenga sentido, debe haber una separación considerable entre la cadera y el final de las costillas", explica.
En la consulta del doctor Lalinde se practican unas 10 o 12 al año, una cantidad nimia si se compara con las rinoplastias o los aumentos de pecho. "Por lo general, las personas que se extraen las costillas flotantes son mujeres y lo combinan con una liposucción y un retoque en los glúteos". La operación cuesta alrededor de los 6.000 euros y sólo acceden a practicarla en pacientes cuya silueta sea la apropiada para determinar el éxito de antemano.
Los expertos coinciden al señalar que la mayoría de los rumores sobre supuestas extracciones de las costillas flotantes no son más que eso, rumores. Y en el caso de Anne Igartiburu comentan que aunque su complexión atlética y delgada sería la idónea para esta operación, no es probable que la presentadora haya pasado por el quirófano puesto que no lo necesita. De cualquier forma, para comprobar si alguien se ha retocado las costillas, el único modo de comprobarlo es viendo a la persona en cuestión desnuda. Los resultados de la remodelación costal son prácticamente imperceptibles a la vista pero sí deja cicatrices.