Destrozar ídolos es insano y divertido. Tiene algo de pobreza de espíritu que el público y los medios se ceben contra aquello que antes era una figura influyente para unos y daba dinero al os otros. ¿Es envidia por la vida de éxito y lujo que había llevado hasta entonces? El mismo que se ríe en Internet de un artista en horas bajas no se dirige a la tienda de comestibles que acaba de cerrar debajo de su casa para reírse en sus narices de su dueño, que no ha sabido hacer una gestión adecuada de su negocio. ¿Es lo mismo que un ídolo? No, en el caso de los ídolos el público tiene un cierto y extraño derecho a acabar con su carrera, puesto que él la ha creado. Al señor que vendía comestibles no lo pusimos ahí nosotros. A Christina Aguilera, curiosamente, sí.
Su caída ha sido la caída pop del año. He aquí un ejemplo de la maldad con la que todo lo que tenía que ver con él fue recibida por la prensa: su último disco, 'Bionic', fue número uno en Reino Unido. Sin embargo se encontró para este hecho un ridículo récord directamente sacado de la caja de las sobradas: fue el álbum que logró ser número uno con un menor número de copias vendidas en ocho años. Ni siquiera en diez años, ni en veinte, tampoco en toda la historia. Fue el álbum número uno menos vendido en ocho años. Ahí quedó la cosa: nadie se acuerda de que fue número uno, sólo se acuerdan de que tiene un terrible record humillante. Las noticias tampoco han sido plato de buen gusto, pero la última que algunos medios publicaron hace pocos días fue tan lejos que a lo mejor hasta a ella le habrá hecho gracia si le queda algo de sentido del humor.
Medios como Yahoo o Now Magazine se han hecho eco de que la artista podría comenzar a actuar en bodas y celebraciones de Bar Mitzvah (la fiesta que los varones judíos celebran a los 13 años y las mujeres a los 12 y simboliza su llegada a la madurez y su comprensión de todos los preceptos de la Torá y la Mishná). "Christina está actuando en Bar Mitzvahs y bodas", dijo una fuente a la revista. "Quería cobrar 1,3 millones de libras por actuación pero su marido Jordan Bratman le convenció de que lo bajase a 157.000 libras para conseguir más oportunidades".
Continúa la fuente de la revista Now: "Es vergonzoso para alguien que una vez fue tan exitosa rebajarse a esto, ¡pero echarle la culpa a Lady Gaga es de locos!". Según esta misma fuente, Christina Aguilera afirmaría que la culpa de su fracaso es de Lady Gaga, dado que el supuesto parecido entre el nuevo estilo y las canciones de Aguilera y el estilo y temas que Lady Gaga hizo populares desde su aparición en el 20008 es lo que le ha valido sus peores críticas. Meternos en si esto es cierto o no sería pisar terrenos pantanosos y, a estas alturas, aburridos. Baste decir que la mayoría de fans de Lady Gaga que se aburren en su casa y creen que todo el mundo copia a su artista no conocían hasta hace dos días a Deborah Harry, David Bowie y un largo etcétera de artistas que también han inspirado a su divita particular. Decir que alguien copia en el mundo del pop es como decir que dos carnicerías están vendiendo carne procedente de vacas de la misma granja.
El asunto es que este dato tiene bastante poca fiabilidad. En primer lugar, lo de dejar a Christina Aguilera como una muerta de hambre que tiene que recurrir a cantar en bodas y fiestas infantiles es tener muy poca memoria. Los artistas más vendedores han cantado en fiestas privadas, ya fuera el cumpleaños de un millonario o la presentación en sociedad de la hija mona de un jeque árabe. No importa mientras haya un cheque de por medio. Beyoncé cobró 1,2 millones de libras por actuar... ¡ante el hijo de Gaddafi! Vivimos en un mundo curioso: imitar a Lady Gaga acaba con tu carrera, aceptar dinero de un terrorista no.
No tiene el récord: Kylie Minogue cobró 1,5 millones de libras por una actuación para señores ricos en un hotel de Dubai que muy probablemente no conocían ocho de cada diez canciones del concierto. Aerosmith también actuaron en un Bar Mitzvah en 2005 y se llevaron por ello 2 millones de euros (la criaturita homenajeada era la hija del multimillonario David Brooks). Prince se llevó medio millón de libras por actuar en la fiesta de fin de año de Roman Abramovitch, dueño del Chelsea. Viendo estas cifras es lógico sacar como conclusión que algún millonario del mundo con una hija fan de Christina Aguilera esté dispuesto a ofrecer un millón de libras o lo que sea necesario. Y que la tormenta que le está cayendo a Christina en la prensa es totalmente injustificada y parece tener a veces algo de personal. El consuelo que le queda es la certeza de que esto mismo le pasará a Lady Gaga y, en realidad, a cualquier artista que lo tenga o haya tenido todo. En realidad la caída también forma parte de la gloria.