A ver, seamos claros, la noticia es la siguiente: "Rocío Carrasco y Fidel Albiac van a trabajar". Ni más, ni menos. Pero Diez Minutos, que debía andar escaso de noticias (eso lo hemos sufrido todos los que hemos trabajado en una redacción) o se les cayó una publicidad a última hora, decidió darle la vuelta a una no-noticia para que pareciera la bomba.
El titular, para alguien no suela leer revistas del corazón puede resultar interesante. Dice: “Rocío Carrasco reaparece junto a su inseparable Fidel”. Vale, con esta frase un ignorante en el tema, un analfabeto del cotilleo podría deducir que Rocío ha estado encerrada en un retiro zen o raptada u hospitalizada por un tiempo y que esta es la primera vez que sale a la calle, acompañada por un nuevo novio (lo de “inseparable” denota también cierto halo de noticia, no es algo que se diga de alguien que lleva 11 años saliendo con la muchacha).
Todo ellos lo justifican diciendo que hacía un año que no se la veía porque vive completamente centrada en su pareja. Hombre, el comentario es fuerte. O bien insinúan que Albiac la tiene encerrada y no la deja ni para ir a la peluquería (este último punto es plausible porque desde luego no puede llevar una mechas más descuidadas y un corte menos favorecedor) o que está, rollo, Rebeca (la de la peli) obsesionada por su amor y no sale ni a la puerta de la calle. Pero más bien se refieren a que no es noticia y no la fotografían. Señores de Diez Minutos: que una persona no salga en las revistas no quiere decir que viva encerrada en su casa. Que a veces uno piensa que lo que no se ve en el papel couché no existe.
En cualquier caso, después de comentar que la chica está asesorando a los de la serie que se está haciendo sobre su madre, añaden un detalle que a mí, personalmente, sí que me haría volver de inmediato a casa y encerrarme durante otro año. Con esta nueva moda de señalar detalles de las famosas para hablar de digamos moda, marcan con una flecha las espantosas botas de mosquetero que lleva y añaden que unas de ese estilo se pueden encontrar en Stradivarius. Sin ánimo de ofender, es bien sabido que Stradivarius no es precisamente el colmo del glamour, sino más bien la fuente de estilismo de cualquier choni que se precie. Lo mismo a la pobre Carrasco le han costado un pastón y son de una marca que te mueres. Eso sí, combinadas con ese vaquero y ese jersey de rayas como de 1982 pero sin aire de revival, en efecto, parecen de Stradivarius o, sin ánimo de desmerecer, de Los Guerrilleros.