12 de marzo de 2021. Esta fue la fecha exacta en la que Sara Carbonero e Iker Casillas anunciaban su divorcio tras once años de relación. Un año desde aquel comunicado en el que daban por cierta esa crisis matrimonial de la que hablaban largo y tendido en los programas y las revistas del corazón. Doce meses en el que los medios se han ido desgranando esos “caminos distintos, pero no lejanos” que tomaron al dar este paso decisivo. En este tiempo se han tratado nuevos romances, buenos rollos y supuestas discrepancias. Algunas especulaciones reales, la mayoría negadas por los protagonistas de esta noticia.
La última etapa de la vida de la periodista ha estado marcada por un inevitable periodo de adaptación a vivir separada del padre de sus dos hijos, nuevos proyectos profesionales en el medio en el que empezó su carrera profesional, un idilio con el cantautor Kiki Morente o viajes irrepetibles como el que acaba de vivir junto a grandes amigas en México. Precisamente ha aprovechado unas imágenes tomadas en las idílicas playas de este país para compartir una profunda reflexión de Jesús Terrés (@nadaimporta) con la que se siente reflejada un año después de dar este importante paso.
Un texto que es toda una declaración de intenciones sobre que solo quiere rodearse de personas que tengan algo que aportar: “En términos marineros, personas que sean orza sí. Anclas no. En los veleros, la orza (una pieza que va sumergida) aporta estabilidad y evita que el barco se vaya a la deriva e incluso que vuelque (y en el hipotético caso que volcase el velero la orza evitaría que se quede boca abajo), cuando hablamos de personas que son anclas lo definimos como un lastre, algo o alguien inmóvil que ni se mueve ni te deja avanzar”.
Si se dirigen a alguien en particular o no es toda una incógnita. Pero lo que es innegable es que está enfocando su día a día en disfrutar de sí misma, de su entorno y de los planes que la vida le regala.
“Hay quien cree que el ancla es estabilidad, pero cuando eso pasa, Javi, hijo de marineros, enarbola nuestro desacuerdo respecto al ancla y concluye que si se utilizase algún término marino para describir estabilidad sería la orza. Ser orza y no ancla; tratar de hacer mejores a las personas que quieres —y nunca frenarlas, ser abono y no techo, camino y no fango-. Aguantar (juntos) las mareas, poner las cosas fáciles, dejar ser, saberte cobijada pero nunca presa, que mi mundo sea tu red, que puedas dejarte caer: ese será mi triunfo, amor mío. Ser tu orza y no tu ancla”, concluye así este aplaudido texto.