Tamara Falcó, feliz con un novio al que define con cualidades del perro perfecto
Tamara Falcó es la gran musa de cualquier mente viperina (como la mía). Hay gente, como su madre, que tiene una habilidad especial para combinar bien los colores (ese es el rasgo que Tamara confesó hace años que más admiraba de su progenitora y a mi se me clavo en las entrañas desde entonces), otros adivinan el futuro y Tamara Falcó hace cosas y pronuncia declaraciones que nos ponen en la misma bandeja de plata que su madre ofrece en las fiestas los Ferrero Roché el comentario sarcástico.
En esta ocasión Hola le ofrece una sola página. Lógico porque la noticia tampoco es como para dar saltos. Se trata de una conferencia que dan su padre y su hermanastra sobre el Vino.
Los periodistas no tienen mucho donde rascar así que se lanzan a Tamara que, como la otra, la Seisdedos, no tiene desperdicio. Ahora que lo pienso, lo cierto es que ambas tienen mucho en común. Dos madres dominantes que les hacen sombra y que las han construido como Mary Shellye a Frankenstein o Pigmalión, según se quiera y unas ocurrencias que ni el Club de la Comedia.
La entrevista a Tamara Falcó es corta pero en dos preguntas es capaz de mucho. La interrogan por ese nuevo novio que se ha echado, el italiano Tomasso Mussini, con el que se encuentra estable y feliz o algo así. Hasta ahí todo normal. Lo que llama un poco más la atención es que comente que su madre, la señora Boyer (Isabel Preysler, vaya) “no le conoce pero está encantada con él”. En fin, a priori puede estar a favor del chico porque ve, por ejemplo, a Tamara feliz, pero este comentario hace pensar que quizá en casa Preysler no es necesario conocer en profundidad a los novios de las niñas. Con un dato referente a su situación social y económica, mamá está contenta. Esto, por supuesto, pensando mal, que ni a Preysler ni a Tamara les faltan dinero, pero así dicho suena un poco raro.
Pero lo mejor de la entrevista, en la que da la impresión de que la joven Tamara ya ha empezado con el bótox, o quizá sea el photoshop que todo lo iguala. Es cuando le preguntan cómo es su novio. Ella responde encantada dando los datos del príncipe azul que casi todas querrían: "Es guapo, divertido, simpático, detallista y muy romántico. Me está mandando continuamente flores”. Desde luego Tamara y yo podríamos ser amigas, buscamos en un hombre cosas muy distintas. No está mal, claro que sea guapo, divertido y todo lo demas, pero ¿y la inteligencia? ¿y la admiración? ¿y la complicidad? Sinceramente, excepto por lo de detallista y romántico, esas son cualidades que definirían al perro perfecto. Pero el remate es el de las flores. En primer lugar, que mande flores todo el rato no es que sea especialmente romántico, más bien un aspirante a romántico con falta de imaginación, anda que no hay bombones, diamantes, zapatos de Manolo Blahnik, bolsos de Hermés, trajes de Prada o invitaciones a Bali que también son románticas. Y la verdad es que leyendo esa frase da la impresión de que la pobre Tamara tiene su casa como las madres recientes, llena flores y flores y flores, bonito en teoría pero un pelín agobiante.