Tito Vilanova fue compañero de Guardiola en las categorías inferiores del FC Barcelona, luego sus carreras siguieron caminos más bien dispares, pero volvieron a juntarse cuando Pep le llamó a él expresamente para dirigir juntos al filial del Barça. En aquel momento, Tito tenía una oferta mejor para ser entrenador, concretamente del Terrassa, pero la rechazó para estar junto a su amigo. Iba a entrenar en una categoría inferior e iba a ser el segundo de abordo, pero ahora, a la vista de lo logrado, la decisión mereció la pena: ha levantado dos Champions League y el banquillo del que se ha considerado como el mejor equipo de la historia ya es suyo. Para él solo. Aunque en honor a la verdad es obligado señalar que en tan fabuloso periplo casi le arrancan un ojo, pero esa es otra película.
Cuando Tito jugaba con Pep en la cantera del Barcelona fueron apodados Els Glolafres (Los glotones) por los banquetes que se daban. Tenían 15 y 13 años respectivamente. A Vilanova se le daban bien los estudios y, encima, según reveló a El País, su madre le bajaba los humos diciéndole que patear un balón no tenía ningún mérito. fuera ínfulas. Más tarde, además, se matriculó en todas las facultades de Empresariales de las ciudades de todos los equipos en los que jugó, pero nunca se sacó la carrera. Sólo el título de entrenador. Por eso le llamó Pep, porque era un buen estudiante… del fútbol. Se sabía de cabo a rabo el fútbol regional catalán y entre los dos tenían que levantar al filial. Al final levantaron al Barça.
De todo esto se deduce fácilmente la personalidad de Tito. Muy sencillo, modesto, ha estado a gusto a la sombra de Pep. Repite que el mérito en esta vida lo tienen los médicos o los científicos, no los futbolistas, que no dejan de ser millonarios en calzoncillos golpeando la tripa de una vaca. El Barcelona tendrá un entrenador de un perfil menos 'vistoso' que Pep. No hay forma de encontrarle un estilismo original, un trapito rompedor o que al menos se salga un poco de la norma. Sobre el césped, mono de trabajo. En la calle, ropa deportiva.
No obstante, estamos encantados con sus cortes de pelo. A lo largo de su carrera le hemos pillado al menos tres. El primero, de la época de la Masía, que era ochentero hasta la médula -una médula con tachuelas- casi parecía el menda de los Flock of Seagulls, y conforme llegaron los noventa, se puso serio para irse al Celta y se metió un corte de pelo clásico con el que hubiera podido presentarse con garantías a unas elecciones en cualquier región eternamente conservadora del interior de España. Sin embargo, a los dos años el neojipismo propio de la década de los noventa nos regaló esta estampa con el pelo a lo Bealte, o como los Byrds, o como tantos grupos de los 60. Por eso desde aquí le decimos a Tito: no hace falta que te pongas trapos, pero vuélvenos a dar una alegría pasando por la pelu.