Todo por (volver a) la fama
Los realities fueron ese invento que hicieron que un reponedor del Eroski se convirtiese en una celebridad. Y los realities de famosos fueron otro invento, en el que una celebridad que iba camino de convertirse en reponedor del Eroski podía volver a ser una celebridad. O al menos, ese era el espíritu al principio. Ser concursante de reality es ahora una profesión que dentro de poco tendrá su propia casilla en la Seguridad Social. Y si bien aquí aún huele un poco a polilla, en EEUU y Reino Unido se ha convertido en una forma de vida.
Todos aquellos que no vivan en una cámara de plutonio bajo tierra se habrán dado cuenta de que otra edición de Supervivientes está a horas de terminar. Y los seguidores de los realities americanos sabrán que uno de sus más extremos ejemplos, Celebrity Rehab, está a punto de presentar su nueva edición. En este reality varios famosos de capa caída y con todo tipo de adicciones se someten a rehabilitación ante las cámaras. Tila Tequila, la estrella de MTV que revolucionó a la audiencia con un reality (otro) en el que tenía que escoger a su pareja entre 16 hombres y 16 mujeres, fue la primera confirmada. Y entre el resto de concursantes también está Janice Dickinson, una de las primera supermodelos de la historia (trabajó en su día para Armani, Versace, Halston o Alaïa), el ex ídolo musical de los 70 Leif Garrett y un actor juvenil que arruinó su carrera gracias a las drogas y el alcohol, Jeremy London.
Lo de ver a celebridades sufrir, ya sea por la picadura de un insecto mutante o de un jurado con aires de grandeza, es desde hace unos años un placer culpable que acaba sabiendo a poco en España. ¿Qué estrellas son éstas? O lo fueron hace décadas o bien son seudoestrellas que entran en la antesala del olvido a entonar su canto del cisne en forma de nominaciones. Pero no en todos lados es así: un vistazo a la televisión inglesa y americana sirve para que reprimamos los sentimientos patrióticos –si es que a alguien le quedan– y nos demos cuenta de que ahí fuera la telerrealidad es bestia, divertida y hay verdaderas celebridades que están dispuestas a todo por volver a figurar.
Podríamos empezar con algo tan fácil como enumerar a los famosos que participan en las versiones anglosajonas de los programas de baile, ya sea Dancing with the stars, Dancing on ice o Strictly come dancing. Simplemente nombres: la ex Spice Girl Mel B, el boxeador Evander Holyfield, la ganadora de un Oscar Tatum O’Neal, la estrella del country (y posteriormente terrorífico padre de Hanna Montana) Billy Ray Cyrus, la tenista Monica Seles, Priscila Presley, Toni Braxton, Belinda Carlisle, Denise Richards, la rapera Lil’ Kim, Macy Gray, Melissa Joan Hart, Shannen Doherty, el astronauta (y segundo hombre en poner el pie en la Luna) Buzz Aldrin, Pamela Anderson, la ex Spice Girl Emma Bunton, la modelo Jodie Kidd, la cantante Sinitta y la ex de Paul McCartney, Heather Mills. El chorreo de nombres puede pecar de facilón, pero aún así la lista de estrellas asusta y nos deja con una sensación miserable viendo lo que tenemos en nuestra televisión: el Sevilla, Belén Esteban, Rafa Mora, Bea la legionaria… Rostros, todos ellos, ideales para una campaña publicitaria con la que vendedores de antenas parabólicas podrían hacer su agosto.
Antes de deprimirnos pasemos a otro tipo de reality que inexplicablemente nadie ha adaptado en España. Se trata de lo que llaman en Estados Unidos el “celebreality” y se centra en una única celebridad (o una pareja, o una familia de ellas). Se limita a seguir su vida en un estilo que se acerca más al documental que al show eliminatorio. El caso más conocido en España es tal vez The Osbournes, el programa que se convirtió en el más visto de la historia de MTV e hizo de Ozzy Osbourne un ídolo ante nuevas generaciones y a su mujer Sharon y su hija Kelly dos de las socialités más reclamadas de la década. Otro hito de la misma cadena fue Newlyweds, que narraba la vida como recién casados de la cantante y rubia profesional, Jessica Simpson, y su marido Nick Lachey. Dejó para la posteridad momentos de oro como Jessica preguntando “¿el atún es pollo o es pescado?” o dudar del término rigor mortis preguntando “¿rigor quién?”. Jessica se convirtió en el paradigma de rubia imbécil y en un icono popular, pero eso le sirvió para relanzar su aletargada carrera musical y publicar In this skin, su disco más vendido (por si a alguien le interesa, de nada le sirvió: vuelve a estar profesionalmente hundida en la miseria).
La fallecida Anna Nicole Smith también tuvo su propio show, por cierto, así como la cantante Paula Abdul o el ex de Pamela Anderson y líder de Mötley Crue, Tommy Lee. Este tipo de reality es bastante menos intrusivo (pues al fin y al cabo el famoso de turno mete mano en lo que sale y lo que no y es consciente de que hay una cámara que le sigue) y por eso permite que celebrities de más alto nivel que las que entran en Gran Hermano VIP se presten a ello. El hecho de que a nadie en España le haya propuesto un formato similar a, no sé, Ana Obregón, por poner un ejemplo, es algo que me supera. En mi cabeza suena como una idea perfecta (y, si se hace bien, descacharrante).
La televisión ha rizado a veces el rizo haciendo versiones con famosos de programas que eran a su vez variantes de los realities de toda la vida. Por ejemplo, en Reino Unido existe Celebrity Wife Swap, una versión del programa de intercambio de esposas que se ha visto en varios países (incluido el nuestro, en un par de versiones) pero esta vez con celebridades: las cantantes Sinitta y Samantha Fox junto a sus parejas (en el caso de Samantha, otra mujer) y la también estrella de los ochenta Pete Burns (cantante de Dead or alive), que parece una mujer pero es un hombre y está casado con otro hombre (aunque hasta hace poco estuvo casado con una mujer). The Apprentice, que en España emitió la Sexta como El aprendiz, es un reality en el que se buscan empresarios emprendedores. Y también conoció, en EEUU, su versión con famosos. Cyndi Lauper, Sharon Osbourne, Bret Michaels (del grupo Poison), el actor Stephen Baldwin, la gimnasta Nadia Comaneci o el líder de KISS, Gene Simmons, lucharon por ser el empresario más tenaz y emprendedor a ojos del juez, el multimillonario Donald Trump.
Empecemos con lo directamente lumpen: Armed and famous. En este reality emitido por VH1 La Toya Jackson o Jack Osbourne (hijo del mencionado Ozzy) se entrenaban para ganar un puesto de policía en la ciudad de Muncie, en Indiana (¡¡!!). Nos dejó para la posteridad escenas como La Toya negándose a salir de una furgoneta porque fuera había un gato que le aterrorizaba. Paris Hilton y Nicole Richie se hicieron muy famosas gracias a The Simple Life, serie en la que durante cinco temporadas se tenían que olvidar de sus tarjetas y su blackberry para ejercer de granjeras en diferentes condados de Estados Unidos. Pero cuando se enemistaron, Paris tuvo que buscarse una nueva mejor amiga mediante otro reality: Paris Hilton’s My new BFF (BFF son las iniciales para “best friends forever”, toma castaña). Ojo: Paris es muy compleja, y como tal vez la ganadora de la primera edición no le llenaba del todo se emitió una segunda. Y luego una tercera, en la que Paris buscaba amigas en Reino Unido. Y una cuarta, en la que Paris buscaba amigas ¡en los Emiratos Árabes! La productora quiere convertir el programa en una franquicia y enviar a Paris a Rusia y Alemania a buscar nuevas mejores amigas para siempre. La pregunta, lógicamente, es si les vuelve a hablar una vez termina el show. Y Sam Hextall, ganador de la tercera edición, escribió en su blog poco después de su victoria: “llevo dos meses sin ver a Paris”. ¡Angelito!
Para terminar, el extremo. La ex de Sylvester Stallone, Brigitte Nielsen, se prestó en la televisión alemana a un programa que dio la vuelta al mundo en el que se documentaba (muy) gráficamente sus seis operaciones de cirugía estética, con un coste de 66.000 euros. Eso fue en 2008. En 2009 se presentaba a Celebrity Rehab, en el que junto a otros famosos como Dennis Rodman, Heidi Fleiss, la modelo Amber Smith y los actores Tom Sizemore, Daniel Baldwin o Jeff Conaway, se sometía a una desintoxicación seguida por las cámaras. Las estrellas olvidadas están dispuestas a todo por salir en la tele, pero si hay un caso en el que todo esto sirviese para algo tal vez fue el de Farrah’s Story, documental de dos horas que narraba el tormentoso paso de Farrah Fawcett por todo tipo de medicaciones y terapias para luchar contra el cáncer que finalmente la mató en junio de 2009. Nueve millones de personas se reunieron para ver a Farrah chillando de dolor, perdiendo su pelo y tomando todo tipo de medicamentos ante las cámaras. Algunos alabaron su valor y otros la acusaron de rentabilizar una enfermedad. En todo caso tras su muerte, las repeticiones del documental volvieron a arrasar y recibió algunas nominaciones a los Emmy.
Existe en EEUU un canal dedicado únicamente a los realities: Fox Reality. Para que luego hablen de los españoles y su obsesión por Gran Hermano. Hace poco este canal dio la campanada definitiva: Gimme my own reality, un reality show en el que varios ganadores de otros realities show competían para tener su propio reality show. Aquí vendría bien la frase “el arte imita a la vida”, pero arte ya hemos aceptado que esto no es, y vida real,en el fondo, tampoco.
(Este tema fue publicado originalmente el 20 de mayo. Lo recuperamos al hilo del final de Supervivientes)