Lo de que dos chicas se besen delante de una cámara es un reclamo que ya no llama demasiado la atención. Son demasiadas las veces que hemos visto semejante escena en los últimos años, sobre todo desde que Madonna y Britney Spears se diesen su famoso morreo en la MTV. Pero siempre hay alguien dispuesto a rizar el rizo. La revista británica de tendencias Love lanzará su número de febrero con una portada que pretende ser explosiva. En ella se ve como los labios de una Kate Moss de aspecto andrógino se funden con los de la modelo transexual Lea T.
La foto va un paso más allá a la hora de vender una calculada ambigüedad sexual. Una estrategia usada hasta la saciedad por toda clase de celebrities para impulsar su carrera. Es conocido por ejemplo el discurso de Megan Fox al declararse bisexual o la oda en forma de canción de Katy Perry al hablar de sus deseos (ficticios) por besar a una chica.
La imagen de Love tiene un poder simbólico bastante fuerte. La popularidad de Lea T está subiendo como la espuma y la foto es prueba de ello. Que haya sido emparejada con Kate Moss, la modelo más importante de la última decada, seguramente ha provocado que el teléfono de esa bella transexual no deje de sonar. Y es que la brasileña va camino de convertirse en un icono. Lo demuestran los artículos que le dedicaban hace pocos meses The New York Times y The Guardian o la campaña de Givenchy en la que aparece.
No hay nada tan efectivo para que un tabú sea aceptado socialmente que mostrarlo una y otra vez. Así sucedió en su día con Ellen DeGeneres, que ha contribuido de forma importante a que la aparición de lesbianas en los medios de Estados Unidos sea algo corriente. Lady Gaga, que sabe vender como pocas una imagen de ambigüedad (llegó a rumorearse que era hermafrodita), hizo un potente guiño a la corriente transgénero apareciendo caracterizada como un chico en el Vogue Hommes japonés. Otros casos reseñables son el retrato de Terry Richardson de un James Franco posando en plan travesti o la imagen de Marc Jacobs luciendo uno de los vestidos que diseña para mujeres.
La portada de Love, que podría pasar por ser el póster de una película de porno queer de Pink & White, explora los sueños más fetichistas de ambos sexos. Pero sobre todo pone de relieve que la corriente cultural que promulga reescribir los roles sexuales sobrepasa ya a las asociaciones que promulgan la igualdad de los géneros. La industria de la moda y del espectáculo abre las puertas al hermafroditismo, entendido como actitud sexual y tendencia estética.
Son muchos los personajes que en las últimas décadas han usado la ambigüedad sexual como forma de darse a conocer. Muchas cosas han pasado desde que en los 80 Grace Jones se convirtiese en el primer gran icono andrógino de masas o Madonna fuese aceptada en los 90 como la musa gay por antonomasia (gracias al explosivo libro Sex). El fruto de todo aquello es que hoy cada vez se habla más de productoras de porno femenino, como la de Erika Lust, y la popularidad de la ensayista Beatriz Preciado, un icono del movimiento transgénero, es tal que incluso la entrevistan en el suplemento dominical de El País.
Un beso entre un icono de la moda femenina, mostrando su lado más masculino, con una chica que nació con nombre de chico también pone de relieve que jugar a la confusión en la fotografía puede ser algo hecho con inteligencia. Pues el juego de Love tiene mucha más miga que quitarle las arrugas a la famosa de turno con el bisturí digital.