Una embarazada que confirma a través de Twitter que hay un niño en camino, una modelo que reivindica que es de verdad y no fruto del Photoshop, uno que se va de gira con un gorro rojo, un matrimonio en blanco y negro y un villano al que se la va un poco la pinza con los complementos que utiliza. Son los temas de nuestras fotos de la semana.
A Lily Allen no la han secuestrado. Lo de que enseñe a través de Twitter la portada del diario The Sun es porque si uno se fija con detenimiento el tabloide informa de su embarazo. Nos queda la duda de saber si Sam Cooper, el padre de la criatura, se habrá enterado del estado de Allen por ella misma, por los periódicos o por Twitter. Para que luego digan que la prensa amarilla sólo sirve para envolver bocadillos y que en las redes sociales no se cuentan más que chorradas.
Cuando uno pasa junto a ciertas vallas publicitarias y ve a algunas modelos que aparecen en ellas puede pensar que quizá las han modelado en ordenador y que realmente no existen. Quizá por eso los que han realizado el anuncio en el que la modelo británica Kelly Brook posa desnuda han pensado que era buena idea que apareciera frente a su imagen, aunque con un poco más de ropa. Así demuestran que la chica existe de verdad. A propósito, la campaña tiene polémica, pues dicen que semejantes curvas pueden provocar que los conductores se estampen contra una farola.
Lo de ver a su Santidad con ese gorrito rojo quizá se deba a una noticia de la que acabamos de enterarnos. Resulta que en el Vaticano están hartos de que la gente acuda a misa por el morro, así que durante la visita del Papa a Gran Bretaña los que quieran rezar con él tendrán que pagar entre 6 y 30 euros, más la limosna. Que aunque es opcional queda un poco feo no echar nada en el cesto al monaguillo. ¿Será por eso que Benedicto para caldear el ambiente de cara a su gira británica se ha puesto ese atuendo tan colorido? ¿Irá Lady Gaga de telonera?
¿Cómo es posible que Nicolás Sarkozy luzca ese moreno y que Carla Bruni aparezca tan pálida? Nos tememos que las intensas sesiones de ciclismo a las que se somete el presidente de Francia últimamente y algún que otro baño en la piscina del Elíseo mientras su mujer rueda con Woody Allen son la causa de tal descompensación. Al fotógrafo le habrá costado una barbaridad realizar el ajuste de blancos en esa foto.
Karl Lagerfeld está ganándose a pulso parecer un malo malísimo de una película de James Bond. Aunque estamos acostumbrados a verle con vestimentas un tanto siniestras nos parece que se ha pasado de rosca con esos guantes. El paparazzi que le ha cazado en esa foto en Saint Tropez lo ha hecho con un teleobjetivo desde lejos, no sabemos si será por miedo o para evitar que Karl se esconda.