El culebrón que se ha montado con las fotos de Piqué y Shakira difundidas por internet, y que la agencia Gtres había vendido a precio de oro a las revistas 'Hola' y 'Lecturas', es una historia insólita. Los que se ganan la vida vendiendo imágenes como si internet no existiera estaría bien que despertasen de una vez. Ni la polémica ley Sinde, bastante ambigua con los derechos de las fotos, ni nada puede frenar hoy que una foto de interés sea difundida de una u otra forma por la red. ¿Terminará eso con el actual negocio de las exclusivas? Seguramente sí. ¿Será eso un drama? Seguramente no.
Las fotos se vendieron a la agencia de fotos, Gtres, que a su vez las revendió a dos revistas del corazón de gran tirada, 'Hola' y 'Lecturas'. La cantidad pactada por publicar el material, se dice que más de 100.000 euros, peligró porque un internauta anónimo las difundió en internet y terminaron en Facebook, en el propio perfil de Piqué, y en la web shakiragallery.com -en el momento de escribir estas líneas permanece cerrada-.
Los medios, como Divinity, pagan a agencias como Gtres por publicar las imágenes que distribuyen. Como en ocasiones hay fotos en las redes sociales que interesa difundir las agencias de fotografía se encargan de realizar capturas de pantalla de esas imágenes y las venden, poniéndose así en bandeja su publicación. Cuesta creer que un internauta, un blog o un medio no pueda hacer una empresa que gestiona derechos de imagen cuando comercializa la última foto que Paris Hilton o Lady Gaga han difundido a través de Twitter, pues se vende un material obtenido sin pagar ni un solo euro por él.
El otro día nos enterábamos de que Vogue cobra un dólar por bajarnos una aplicación para ver su portada en el iPad. Algunos parece que no se den cuenta que a cambio de hacer algo de caja deterioran gravemente lo que más necesitan para subsistir: la imagen que proyectan.
Las fotos son importantes en internet, muy importantes. Sólo hace falta echarle un vistazo a lo más visto de los diferentes medios digitales para comprobarlo. Pero hay que saber mimar ese material y no tener miedo a que una imagen circule por la red. Normalmente la fuente original de una información se beneficia mucho más de la multiplicación por internet de sus contenidos que si los guarda en un cajón.
Hoy una compañera de Divinity me ha ofrecido contactos de abogados especializados en derechos de autor para documentar este artículo, pero no he llamado a ninguno de esos expertos por la sencilla razón de que la parte jurídica de todo el asunto no tiene demasiado interés. Los que se pasan la vida en tribunales tendrán argumentos muy sólidos a favor y en contra de que los medios no puedan publicar un 'pantallazo' de la pareja que circula por Facebook sin meterse en un lío.
Una exclusiva dura actualmente aproximadamente un minuto si se publica en internet y cinco si es en el papel. No hay ningún drama si uno acepta que eso es así, incluso aunque algunos medios y blogs difundan las fotos de un medio y obtengan ingresos por ello. Pues casi nadie publica una foto sin citar la fuente de la que proviene, y casi siempre con un enlace que lleva a la información original. Con lo que el medio que lanza la exclusiva se beneficia del 'efecto rebote'.
The Huffington Post es la prueba viva de que a los lectores les gusta esa forma de tratar la información. Un medio, en alza, en el que además de noticias sobre política abundan las protagonizadas por las celebrities... pero también los enlaces a las fuentes originales -si es que la información no es de cosecha propia-. Lo que está en crisis quizá no sea el papel cuché que sustenta el negocio de las exclusivas, lo que va de capa caída es una forma de pensar en la que internet es visto como un problema. Si hubiese que poner abogados rastreando los 60.000 millones de fotos que se han colgado hasta la fecha en Facebook los juzgados tendrían que cerrar por colapso.