Mujeres que se han ido al campo para hacer cosmética natural: la historia de Muuhlloa y de Consuelo Zácares

En el consumo de cosmética y productos de higiene, cada vez nos decantamos más por aquellos que nos prometen ser ecológicos y naturales
Varias emprendedoras nos cuentan su experiencia montando un negocio relacionado con las cosmética desde un entorno rural
Cosmética ecológica: las marcas que eligen las vips
Marta Álvarez se mudó a la comarca gallega de A Ulloa hace unos 24 años. Vivía no muy lejos, en la ciudad, pero allí, en el rural, estaba la casa de su familia. Se habían jubilado las personas que la cuidaban y a ella le gustaba el campo. “Y me enamoré de una chica de Monterroso”, suma. La balanza jugaba a favor de la mudanza, así que se fue a vivir al campo y recuperó la casa familiar en un entorno rural. Poco después se le unió su hermana, María. “Cogí una granja en abandono y la transformé”, nos cuenta. La granja fue el primer paso, pero ahora junto a sus socias hace también cosmética. “Vivimos en el rural. Vamos a sacarle todo el provecho”, comenta. Y se pregunta: “¿Por qué no podemos competir con la Provenza?”.
La estrella de Muuhlloa es “una leche corporal hecha con leche de verdad”, explica Álvarez. Su secreto está en que le ponen amor al producto, confiesa, pero también en que cuenta con una alta concentración de principios activos porque se hace con leche fresca. En pocas horas pasa de las vacas al proceso para convertirse en un producto cosmético.
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Si ya tenían una granja de vacas ecológica, añade María Álvarez, esa hermana que se fue con ella al campo y otra de las socias en este proyecto, hacer cosmética rural es casi un paso natural. Con ello, además, buscan “darle valor a la materia prima y al sector primario”. “Si ya trabajamos la tierra, ¿quién mejor que nosotras?”, suma Marta Álvarez.
Cosmética hecha desde la naturaleza
Y esa pregunta no es cuestión baladí. Tampoco Álvarez es la única que se la plantea. En el consumo de cosmética y productos de higiene, cada vez nos decantamos más por aquellos que nos prometen ser ecológicos y naturales. Como señala la última 'Radiografía del sector de la cosmética y la perfumería en España', elaborada por la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), los consumidores están apostando cada vez más por una “belleza responsable, más sostenible e innovadora”. Y, al final, si se buscan las materias primas más limpias, las más pegadas a la tierra, no queda más remedio que pasar por el campo.
A Consuelo Zácares, que hace cosmética natural de proximidad desde Valencia con una marca que se llama como ella, fue ese camino el que la llevó a crear su propia marca. Siempre se había interesado por las terapias naturales y empezó a hacer cursos de masaje cuando se mudó al rural valenciano, pero se dio cuenta que todos los productos que usaban en la formación eran derivados del petróleo. Se preguntó cómo podría hacerlo con productos naturales y de ahí salió el impulso para su trabajo. “Siempre intento buscar productos de proximidad, las plantas, los aceites más locales”, cuenta.

Zácares se fijó en el bosque mediterráneo que la rodeaba y usa materias primas procedentes de la agricultura ecológica. Además de hacer cosmética y talleres, también propone experiencias en naturaleza conectadas con estas áreas en el entorno de Chelva, como baños de bosque o rutas conociendo las plantas silvestres de los ríos o identificando los aromas.
Apostar por el mundo rural
Desde fuera, una de las cosas que más llaman la atención de este tipo de iniciativas es que se esté haciendo cosmética en el mundo rural. Es algo que a las responsables de estos proyectos no les sorprende en absoluto. “En el rural se puede hacer de todo”, asegura María Álvarez.

Zácares buscaba crear una marca de cosmética que fuese lo más sostenible posible: no tanto conseguir una gran escala, sino trabajar con tranquilidad y de modo que beneficie al entorno en el que está. “A mi ritmo y al ritmo de la naturaleza, que me ha beneficiado mucho más que estar metida en la rueda de desarrollo de ganar dinero”, resume. Ella se instaló en Chelva, en el rural de Valencia, tras vivir en Madrid. “Notaba que cada vez que iba al campo volvía superbién, llena de energía”, explica. Además, quería formar una familia. Ella y su pareja se mudaron al campo.
Me ha beneficiado mucho más que estar metida en la rueda de desarrollo de ganar dinero
La brecha de género del campo
Igualmente, que sean emprendedoras es también importante. Según recuerda la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), “la participación femenina en el medio rural es clave para su futuro”. Ahora mismo, y según sus cálculos, el 20% del emprendimiento del sector agrario está en manos de las emprendedoras. Sin embargo, el campo arrastra una brecha de género de décadas. Un modelo que invisibilizaba el trabajo de las mujeres en el campo (que siempre ha estado ahí, pero que se veía como el de unas ‘ayudantas’) o una migración desde el rural a la ciudad más femenina que masculina han convertido a los trabajos del medio rural en un entorno altamente masculinizado. En la actualidad, solo el 28,9% de los proyectos agroganaderos en España tiene como responsable a una mujer, apuntan desde FADEMUR partiendo de datos del Instituto Nacional de Estadística.

Las emprendedoras de cosmética rural son así parte de la ruptura de la brecha del campo, pero también ayudan a romper otros muchos estereotipos sobre qué se puede hacer o qué ocurre en el mundo rural. Las hermanas Álvarez no solo son socias de Muuhlloa, también forman parte de Agrocuir —un festival rural “por la diversidad sexual, afectiva y de género”— o de la movilización de la zona ante el proyecto para construir una fábrica de celulosa para proteger el ecosistema.
En el campo, por tanto, claro que también se puede hacer cosmética altamente innovadora. “Nos parece lógico, es donde tenemos nuestras vacas y nuestras plantas”, indica Marta Álvarez. Muuhlloa colabora con la Universidad de Santiago de Compostela y trabajan en innovación y transformación. Detrás de sus productos, ejemplifica, hay un trabajo de laboratorio para garantizar que todo es lo que dice ser (ecológico, por ejemplo) y para encontrar nuevos activos. Así, acaban de lanzar un bálsamo labial con flor de grelo (una verdura ultrapopular en Galicia y el norte de Portugal, pero de la que la flor no se aprovecha) y colaboran para recuperar semillas tradicionales en desuso, como la avena strigosa, que podría tener un aprovechamiento en cosmética.

Los retos del campo
Hay retos claro. Zácares habla de los problemas con el transporte o la logística, o la dependencia del coche en un rural no muy bien comunicado por transporte público. Pero también hay ventajas. “Tienes mucha más tranquilidad, más tiempo para pensar”, asegura, y destaca que cuentas con una comunidad que “cuenta contigo”. Ella lo ve en el apoyo entre las empresas de su zona y en cómo el ayuntamiento promociona lo que se hace en su área. ¿Dejar el rural? “No lo cambiaría por nada”, apunta María Álvarez.
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