La piel manda: exfoliantes para cara y cuerpo según cada necesidad
El objetivo principal es eliminar las células muertas que se acumulan la superficie de la piel
Limpiar e hidratar la piel a diario son los básicos imprescindibles para una adecuada rutina de belleza. Estos pasos, aunque necesarios, son insuficientes y deben ir acompañados de otros hábitos como el uso de mascarillas o exfoliantes.
La exfoliación de la piel tiene como objetivo principal eliminar las células muertas que se acumulan en su superficie, pero tiene otros múltiples beneficios: promueve la renovación celular, elimina las impurezas, activa la circulación, tonifica la piel y mejora la capacidad de actuación de los principios activos de otros cosméticos.
Tanto la frecuencia de uso como la clase de exfoliante dependen del tipo y necesidades de cada piel, pero no son recomendables para pieles muy jóvenes. En cualquier caso, hay que diferenciar entre exfoliantes mecánicos y químicos.
Los beneficios de la exfoliación
La finalidad principal de la exfoliación es eliminar las células muertas que se acumulan de manera natural como consecuencia de la renovación de la piel, pero al mismo tiempo proporciona otros beneficios añadidos:
Promueven la renovación celular, que se ralentiza con los años
Preparan la piel para la mejor absorción de los principios activos de otros cosméticos
Al eliminar las capas superficiales, iluminan y aclaran la piel
Limpian los poros de impurezas y del exceso de sebo
Tonifican las pieles secas
Los exfoliantes mecánicos, además, activan la circulación sanguínea y tratándose de exfoliantes corporales, ayudan a luchar contra la celulitis
Tipos de exfoliantes
En términos generales hay que diferenciar entre exfoliantes mecánicos y químicos.
Lo que caracteriza a los exfoliantes mecánicos es que, para que hagan efecto, requieren practicar un masaje sobre la piel. Entre ellos se encuentran las esponjas, los cepillos (ya sean manuales o eléctricos) y las cremas, aceites y geles que contienen gránulos abrasivos. Los primeros se deben usar con una crema limpiadora o exfoliante, nunca sobre la piel seca y los segundos sobre la piel húmeda.
El tamaño del gránulo determina la intensidad de la exfoliación, cuanto mayor es, más intensa es la exfoliación. Los de tamaño más pequeño son perfectos para pieles secas que de descaman fácilmente, por el contrario, para pieles grasas que necesitan limpiar los poros son más eficaces los gránulos de mayor tamaño. En cuanto a la base en que van disueltos, las pieles secas fórmulas hidratantes y las grasas una exfoliante en gel. Las pieles sensibles deben evitar exfoliaciones caseras y ponerse en manos de profesionales.
Recuerda que no debes hacer fuerza sobre la piel, es el producto y no la mano el que realiza el trabajo.
Los exfoliantes químicos trabajan sobre la piel sin necesidad de masaje, es su formulación a base de enzimas o ácidos la que consigue, entre otros muchos beneficios, una limpieza en profundidad de la piel.
Por su contenido cabe distinguir entre los que contienen AHA, ácidos alfahidróxidos como el ácido glicólico, láctico, mandélico o el cítrico cuya principal ventaja es romper la unión que sostiene a las células muertas sobre la piel. Se utilizan principalmente para reparar el daño provocado por el sol actuando sobre la hiperpigmentación, las arrugas y líneas de expresión.
Los que llevan BHA, ácidos betahidróxidos como el ácido salicílico, son perfectos para pieles grasas por su capacidad para penetrar en los poros, limpiarlos y evitar que se produzca la acumulación de sebo y suciedad.
Cómo usarlos y con qué frecuencia
La frecuencia y el modo de usar los exfoliantes depende tanto del tipo de piel, de si se trata del rostro o el cuerpo, como de si utilizas uno mecánico o químico.
La exfoliación corporal puedes realizarla cada día, ya sea con un guante de crin, con un cepillo, con un cosmético granuloso o con un potingue casero en el que añadas un puñado de sal, azúcar o café a una base cremosa o en textura gel. La manera correcta de realizar el masaje es en círculos y en sentido ascendente. Si no lo haces cada día, trata de habituarte a hacerlo una vez a la semana.
En cuanto al rostro, lo recomendable es realizar una exfoliación mecánica un par de veces por semana si tienes la piel grasa y una sola vez si tienes la piel seca, aunque si has elegido un exfoliante muy suave, puedes aumentar la frecuencia de uso. Se aplica sobre el rostro húmedo y se masajea la piel haciendo círculos. Recuerda que no es necesario ejercer mucha presión para que haga efecto.
Un exfoliante químico basta con aplicarlo, nunca en el contorno de los ojos, dejar que actúe por el tiempo y con la frecuencia indicados por el fabricante. A continuación, es importante lavar la cara con agua.
En cualquier caso, al terminar cualquier tipo de exfoliación hay que hidratar bien la zona tratada.