La dieta alcalina se ha hecho muy popular en los últimos años, y a su auge ha colaborado la simpatía que han mostrado por ella en determinados momentos celebs de la talla de Victoria Beckham, Jennifer Aniston o Gwyneth Paltrow. Se trata de una dieta que se basa en el consumo de alimentos con gran contenido en sales alcalinas, muy depurativos y con un alto valor nutricional. Se pretende que el 80% de la ingesta diaria incluya este tipo de alimentos, y que el 20% restante, aunque no sean alcalinizantes, sí sean saludables y con buenas propiedades nutricionales.
Esta dieta divide a los alimentos en dos grandes grupos, alcalinizantes o acidificantes, en función de cómo actúan a nivel bioquímico en el organismo. Es decir, de si un alimento, al consumirlo, hace que los niveles de pH del organismo bajen o suban cuando los comemos. Esta división puede generar cierta confusión, porque que un alimento sea ácido no implica que sea acidificante, ni que sea alcalino lo hace alcalinizante. Un ejemplo: el limón es ácido, pero su acción es alcalinizante y no acidificante. El planteamiento es que los alimentos alcalinizantes cuidan de nuestra salud y nos ayudan a mantener un peso saludable, mientras que los acidificantes juegan en nuestra contra, y nos hacen enfermar y aumentar de peso.
Los precursores de la dieta alcalina argumentan que el ritmo de vida actual hace que predominen hábitos alimentarios de carácter acidificante, ya que consumimos en exceso azúcar, alimentos procesados, productos lácteos, harinas refinadas, etc., y dejamos de lado los alcalinizantes, es decir, los beneficiosos, como las verduras.
Según los defensores de la dieta alcalina, cuando el cuerpo se acidifica, enfermamos. La razón es que para que nuestro organismo funcione de una manera óptima el pH sanguíneo ha de ser de 7,39, es decir, ligeramente alcalino. Si hay un exceso de alcalosis el cuerpo también enferma pero, tal y como hemos dicho, el estilo de vida actual nos conduce a un tipo de alimentación en el que predomina la acidosis.
¿Y qué implica la acidosis en el organismo? Al parecer, altera el funcionamiento de las células y afecta de manera negativa a los órganos que deben eliminar los ácidos, como los riñones, los pulmones o la piel. Esto puede propiciar que suframos enfermedades de la piel, desde un enrojecimiento hasta eccemas y urticarias, además de enfermedades en la uretra o infecciones de tipo respiratoria.
Para neutralizar el exceso de ácido, el organismo toma el calcio de los huesos, lo que puede conllevar problemas de salud en estos, en los dientes y articulaciones, que se inflaman. También la piel puede ofrecer mal aspecto y mostrarse seca, pueden sangrarnos las encías, y nuestro cabello mostrarse falto de brillo.
Se considera que, además, cuando nuestra dieta es acidificante, puede bajarnos en exceso la tensión y el índice glucémico, sentir frío sin razón o padecer infecciones de manera recurrente, como consecuencia de la debilitación del sistema inmune.
Se consideran alimentos acidificantes la carne, sobre todo la roja, el pescado azul, el marisco, el queso, los huevos, los cereales y los alimentos a base de cereales (como la pasta y el pan), las legumbres, el azúcar y los alimentos dulces, los frutos secos… También se consideran acidificantes el vino, el cacao, el café y el té.
La dieta alcalina no elimina los alimentos acidificantes, pero han de estar en nuestra alimentación diaria en una proporción mucho menor que los alcalinizantes. En principio, al igual que ocurre con cualquier dieta, no se puede planificar de la misma manera para todo el mundo. En función de si nuestro metabolismo funciona a pleno rendimiento o si lo hace de una manera más lenta, y muestra dificultad para eliminar los componentes ácidos, se distribuyen los alimentos que han de incluirse en la dieta, y también en qué momento del día deberían tomarse.
Se prioriza el consumo de alimentos crudos, como ensaladas y fruta, porque de esta manera conservan su poder alcalinizante, mientras que al cocinarse el potencial acidificante aumenta.
Se incluyen en la lista de alimentos alcalinizantes las hortalizas de todo tipo (menos el tomate), las patatas, la leche, las frutas pasas, el aguacate, el plátano, la mantequilla, la nata, las algas, los germinados, el aceite de oliva, las almendras, nueces, castañas, el maíz y las aceitnas negras.
Hay alimentos que, en función de cada metabolismo, pueden ser alcalinizantes, como los cítricos, el melón y la sandía, el tomate, el vinagre, la miel o el yogur.
Lo cierto es que nuestro organismo no tiene un único pH. De hecho, hay unos defensores de la dieta alcalina que lo miden a través de la sangre y otros que lo miden a través de la orina. Además, al parecer, la alimentación no es capaz de modificar el pH de la sangre, y el organismo es capaz, por sí mismo, de regular los niveles de pH a través de órganos como los riñones o de la propia respiración.
Los expertos aseguran que si la dieta alcalina es saludable es porque prioriza alimentos como las verduras frente a, por ejemplo, los ultraprocesados o los dulces, algo que, inevitablemente, repercute de manera positiva en nuestra salud.