"No soy cómo me veo": los peligros de la dismorfia corporal, según los especialistas
La dismorfia es un tipo de trastorno que suele afectar a personas jóvenes, quienes encuentran en sí mismos una larga lista de defectos.
Todos estos defectos suelen ser inexistentes o minúsculos a ojos de otros, aún así este extremo les hará obsesionarse con su aspecto físico.
La dismorfia corporal es un tipo de trastorno de salud mental que lleva a quien lo padece a no poder dejar de pensar que tiene algún defecto a nivel corporal o en la apariencia, que puede ser menor o incluso no percibido por los demás en la realidad. Las personas que lo sufren suelen sentirse avergonzadas, intimidadas e incluso ansiosas por evitar distintos actos sociales. Cuando se tiene un trastorno dismórfico corporal, uno suele enfocarse de forma intensa en su físico y en su imagen corporal.
"El nivel de sufrimiento de las personas inmersas en este bucle de pensamientos es muy alto. Como consecuencia suele aparecer ansiedad y depresión. La ansiedad ante la imposibilidad, por un lado, de solucionar el "defecto" en cuestión y, por otro, de controlar sus pensamientos. La depresión viene de mano del agotamiento, la tristeza y la desesperanza ante la impotencia (y el dolor emocional) que la siente", afirma María Dolores Gómez Gutiérrez, psicóloga clínica.
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Además, estas personas suelen mirarse en el espejo en repetidas ocasiones y durante muchas horas al día para buscar su tranquilad, un hecho que rara vez suele llegar. Este o estos defectos percibidos suelen causar una gran angustia y repercuten de forma directa en el día a día. “Se trata de una percepción no realista del cuerpo, una distorsión de esa mirada más realista”, explica la psicoterapeuta Neus García Guerra a divinity.es.
Las personas que padecen la dismorfia corporal suelen recurrir a numerosos procedimientos cosméticos, y hasta operaciones, para tratar de arreglar ese defecto que creen que tienen. Después, podrán sentir cierta satisfacción, pero será de forma temporal y durará un periodo corto de tiempo. También, la angustia se verá reducida, aunque por poco tiempo. A menudo, esa ansiedad suele regresar y es posible que se reanude esa búsqueda de otra manera para que desaparezca eso que no hace sentir bien.
El tratamiento contra la dismorfia corporal incluirá una terapia cognitivo-conductual y con terapias de control del estrés. "La primera trabaja en la identificación del pensamiento para modificar la cadena (pensamiento-emoción/sensación-conducta) y, en la puesta en práctica de respuestas cognitivas y conductuales alternativas a las empleadas por la persona. La segunda permite más conciencia de uno mismo en el momento presente", concluye la psicóloga clínica María Dolores Gómez Gutiérrez.
Cuáles son los síntomas de la dismorfia corporal
Los signos y los síntomas de este trastorno son variados. En primer lugar, las personas que lo sufren estarán extremadamente preocupados por un defecto que los demás no pueden percibir o que, simplemente, no se dan cuenta o no le dan tanta importancia. También, tendrán una fuerte creencia de que tienen un defecto en su apariencia que les hace parecer feos o deformes y pensarán que las personas se burlan de ellos por este problema -en muchos casos un problema inexistente-.
Las personas que sufren este trastorno tendrán comportamientos dirigidos a arreglar u ocultar el defecto, tales como mirarse demasiado al espejo, arreglarse o rascarse la piel. Del mismo modo, intentarán ocultar los defectos percibidos con el maquillaje o la ropa. Además, compararán, constantemente, su apariencia con la de los demás y buscarán insistentemente la aprobación de los demás.
También, estas personas tendrán una actitud perfeccionista, buscarán realizarse tratamientos cosméticos y evitarán situaciones donde haya mucha gente y donde se sientan expuestos. Esa preocupación sobre su apariencia y esos pensamientos excesivos pueden ser indeseables, difíciles de controlar y consumirán gran parte de su tiempo. Además, podrán crear gran angustia o problemas en su vida social y laboral. "La persona con dismorfia corporal tiende a rechazar el contacto social, casi totalmente cuando está en un momento de máxima preocupación por su imagen. El aislarse, calma en principio la angustia de tener que exponerse a la mirada de los demás, así como todas las interpretaciones mentales que se van a disparar sin poder ejercer control alguno sobre ellas y las emociones asociadas", aclara María Dolores Gómez Gutiérrez.
Las personas que sufren este tipo de trastorno suelen enfocarse en una parte de su cuerpo, como por ejemplo, el rostro, la nariz, el cutis, las arrugas, el acné y otras imperfecciones. Así lo afirma María Dolores Gómez Gutiérrez, psicóloga clínica a Divinity.es: "Suele ser más frecuente aspectos de la cara como acné, manchas o detalles de los rasgos faciales. Ese rechazo se convierte en una idea recurrente en torno a la cual puede llegar a girar su vida: comprobar si se ve o no, cómo disimularlo o ocultarlo y, comprobar la reacción de los demás o su mirada". También, se fijarán en el cabello, la apariencia de la piel y de las venas, el tamaño del pecho, el tono muscular y los genitales. La preocupación de que tu constitución sea demasiado pequeña o no lo suficientemente musculosa ocurre, casi siempre, en los hombres.
Los padres suelen darse cuenta de la situación complicada de sus hijos. “Los padres pueden percatarse al observar la vida que llevan sus hijos, el cuerpo que tienen y cómo este va cambiando”, explica la psicoterapeuta Neus García Guerra. “Si tu hija se está quedando demasiado delgada será algo preocupante, al igual si sucede al revés, si tu hijo está cogiendo demasiado peso”, añade.
Causas y factores de riesgo
En muchas ocasiones, cuanto más vergüenza y pena sienten sobre su aspecto físico, más complicado será pedir ayuda. Pero, por lo general, este tipo de trastorno -al igual que muchos otros- no mejora por sí mismo y necesitará la ayuda de un psiquiatra o un psicólogo.
No se saben específicamente las causas que provocan la dismorfia corporal, aunque, comúnmente, suele aparecer en los primeros años de adolescencia. “La causa podrá ser una relación interna de exigencia, donde nunca nada es suficiente y se exigen tener una perfección inexistente”, aclara la psicoterapeuta a divinity.es.
Además, afecta tanto a hombres como a mujeres. “Suele afectar a personas muy jóvenes, sobre todo adolescentes”, comenta Neus García Guerra. Eso sí, hay ciertos factores que parece que aumentan el riesgo de padecer dismorfia, como por ejemplo, tener parientes consanguíneos con este trastorno, haber vivido experiencias negativas, gozar de ciertos rasgos de personalidad, por la presión social y/o por tener otra afección de salud mental, como la ansiedad o la depresión.
Otro factor social que afectará mucho a las personas con dismorfia corporal serán las redes sociales. “Instagram y las redes sociales no son las causas de este trastorno, aunque sí lo fomentan”, explica la psicoterapeuta. “Los adolescentes inseguros y con baja autoestima ven cómo en las redes sociales les muestran una vida ideal”, añade, y continúa: “Esa perfección a la que se quiere llegar, a la que se exigen a sí mismos, también lo fomenta la televisión y la publicidad”.
Las complicaciones de la dismorfia corporal
Como todo trastorno, la dismorfia puede acarrear complicaciones. La persona que lo sufra podrá desarrollar una depresión u otros trastornos del estado de ánimo, pensamientos o conductas suicidas, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, abuso de sustancias, problemas de salud y/o dolor físico o riesgo de desfiguración de la piel.
Aunque no se conoce la manera de evitar este trastorno dismórfico corporal, lo mejor será acudir cuanto antes a un especialista que pueda dar una solución a lo que está sucediendo. Así, lo respalda Neus García Guerra: “Cuanto menos instalado esté el trastorno, mejor”. El tratamiento, durante un tiempo prolongado, ayudará a evitar la recaída de los síntomas. "El tratamiento farmacológico posibilita la línea base a partir de la cual la persona comienza su trabajo psicológico, a fin de minimizar el riesgo de sufrir una recaída al retirar la medicación, pudiendo poner en práctica los recursos y estrategias aprendidas en la terapia", concluye María Dolores Gómez Gutiérrez, psicóloga clínica.