Bien, nuestra cara es como un lienzo en blanco. ¿Tú pintarías un cuadro en una base sucia y con impurezas? Pues con nuestra cara pasa lo mismo. Lo principal y más importante para poder maquillar el rostro y que este dure todo el día es tener la cara recién lavada y limpia. Esto ayudará a que todos los potingues que nos pongamos encima se adapten bien a nuestra piel. Lo mismo ocurre con la hidratación de la piel: cuanto más hidratada la tengas, mejor será el resultado final. Aunque tengas la piel grasa, piensa que también necesita hidratarse. Y es un error no hacerlo.
Una vez que tenemos la piel on point, llega mi parte favorita: la prebase. Esto es como una crema que hará que tengas la sensación de tener la piel aterciopelada y perfecta. Lo que conseguimos con este producto es difuminar nuestros poros de la cara y alisar nuestra piel. Esto hará que la base y los productos que pongamos encima se "peguen" bien y duren muchísimo más en nuestra piel.
Si tenéis la piel como yo (mixta grasa), sabréis el miniodio que tenemos a los famosos brillos. Esa sensación de tener una bombilla en medio de la frente que muchas veces no es nada agradable. Pero para eso, amigas mías, tenemos los polvos compactos. Los podéis encontrar en muchos formatos: sueltos, translúcidos, con color… Todos funcionan igual de bien, esto va por gustos. Aplicar este producto una vez que termines todo el maquillaje lo que hará será llenar la base y matizarla. Con esto conseguiremos que estos brillitos no salgan a la primera de cambio.
Ahora podría escribiros cuál es el último truco que tengo, pero creo que es mejor que lo veáis con vuestros propios ojos. Puede que alguna se lleve la manos a la cabeza, pero oye, la laca no solo sirve para fijar el pelo (o puede que sí, no lo sé). ¡Ahora solo tenéis que subir al cuadrado con mi cara y darle al play!