El exceso de calor, los tintes, las mechas y demás dosis de químicos que aplicas en tu pelo deterioran la fibra capilar y dejan el cabello deshidratado, fosco, apagado y con las puntas abiertas. Recuperar la salud de tu pelo es posible si, en primer lugar, te pones en manos de profesionales y continúas en casa poniendo en práctica ciertas rutinas.
Seguramente tendrás que empezar con un buen corte, aunque sólo sea de puntas, y un tratamiento de choque en un salón especializado, una puesta a punto imprescindible que hará que luzca más sano, hidratado y brillante. En casa se trata de cambiar ciertas rutinas y añadir otras muy sencillas para mantener el trabajo iniciado en el salón de peluquería.
Cuando se ha abusado de tintes, especialmente de los caseros, y de todo tipo de herramientas de calor (secador, planchas, tenacillas…) es normal que el pelo se resienta, se deshidrate y debilite, se vuelva poroso y pierda brillo. Generalmente el proceso comienza con unas puntas abiertas de las que es mejor deshacerse con un buen corte (porque prometen seguir abriéndose hasta cargarse todo el cabello), uno que te hagan en la peluquería y que sea adecuado a tu tipo de pelo y estilo de vida.
Si necesitas un toque de color, aprovecha que estás en manos de profesionales para teñirte o hacerte unas mechas, porque lo hacen mejor que cuando se realiza en casa y con productos de mayor calidad. También es el momento de pedir que te hagan un tratamiento reparador intensivo que devuelva al cabello la hidratación y nutrición que necesita.
Con el marcador a cero, toca realizar un mantenimiento en casa con una rutina sencilla pero estricta, de lo contrario todo el trabajo del salón se irá por el desagüe en unos cuantos lavados.
Utilizar champús y acondicionadores con ingredientes naturales, sin sulfatos, siliconas y parabenos no es una moda caprichosa, son menos dañinos para el cabello, porque ni lo debilitan, ni lo resecan, ni lo deshidratan, sólo lo limpian y son más amables con la coloración.
En cada lavado los sulfatos y siliconas se depositan en la fibra capilar en forma de residuos, por eso cuando empieces a utilizar productos libres de sulfatos y siliconas tu pelo necesitará un periodo de adaptación en que lo notarás más fosco, sólo hasta que se deshaga de estos restos. Es necesario tener paciencia mientras el cabello se acostumbre a estos nuevos cosméticos, un mes aproximadamente, pasado ese tiempo lo notarás más brillante, suave, fuerte y manejable.
Utilizar acondicionador en cada lavado no te exime de un aporte extra de hidratación y nutrición. Se debe elegir la mascarilla tanto en función del tipo de pelo -grueso, fino, seco, graso, liso, rizado, teñido o natural-, como de sus necesidades: hidratación, nutrición, reparación, regulación del sebo, protección del color...
Si el tinte y las herramientas de calor son tus compañeros inseparables, deberías acostumbrarte a darle cada dos semanas un plus de reparación y nutrición. Lo mejor es aplicar un aceite capilar de medios a puntas y dejarlo actuar todo el día o toda la noche, a la hora de lavarlo realiza dos aplicaciones de champú para retirarlo totalmente. Si no te gustan los aceites capilares, sustitúyelo por una mascarilla de coco, aguacate o aceite de argán.
Intenta realizar el último aclarado del champú con agua fría, que mejora la circulación sanguínea del cuero cabelludo, ayuda a mantener el color y aporta brillo, además de cerrar la cutícula del cabello evitando la rotura de la fibra capilar.
Para fortalecer el cabello y gozar de una buena salud capilar, puedes ayudarte de ciertos alimentos con alto contenido en proteínas, aminoácidos, vitaminas y minerales. El pelo necesita vitamina D y ácidos grasos esenciales (omega3) que puedes conseguir con el pescado azul, también zinc, magnesio, biotina y vitamina B que se obtienen de legumbres, huevo, espinacas y nueces y finalmente, un buen aporte de vitamina E para luchar contra los radicales libres, que se encuentran en el aceite vegetal, el aguacate y las hortalizas de hoja verde.