Régimen, pelo largo... Siete topicazos en los que no queremos caer las novias ¡y caemos!
Yo era de las que decía que no se casaría y, en caso de hacerlo, arreglaríamos los papeles en diez minutos, nos iríamos de cañas y luego aprovecharíamos los quince días de permiso para tostarnos al sol en Cádiz. A la vuelta ya daríamos la noticia a la familia y los amigos. Dabiz y Pedroche o Casillas y Carbonero son de esta escuela, y tenéis que admitir que su rollo nupcial mola. Sin embargo, confieso que he sucumbido. Y no me avergüenzo, porque aunque al principio me daba cosa reconocer que me contradecía con mi yo anterior montando una boda en toda regla, va siendo hora de romper una lanza a favor de las niñas que, postureo aparte, queremos ser princesas. Aquí van mis 'nunca digas nunca':
1. Fuera autoengaños: si hay invitaciones y alianzas, es un bodorrio
Aquel que inventó lo de 'una cosa es la idea primera de boda que tenías en mente y otra totalmente distinta lo que acaba siendo' tiene más razón que un santo, pero no porque tu abuela te insista en que sea un enlace por la Iglesia o porque tu cuñada te esté preparando un absurdo disfraz de flamenca para la despedida de soltera. Sois vosotros, pareja, los que entráis en el círculo consumista de los centros de mesa, los detalles para los invitados y el fotógrafo profesional. Ahora bien, juro que antes lo anulo todo y me marcho de ermitaña que entrar en lo de las damas de honor (sois testigos).
2. Vivo pendiente de que me crezca el pelo
Me estoy poniendo colorada sólo de escribirlo, pero no voy a borrarlo: desde que mi boda está a la vista tomo vitaminas para el pelo y me corto las puntas en cuarto creciente para estirar mi melena, que antes de toda esta vorágine bridal lucía un 'long bob'. Qué queréis que os diga, aún no he decidido cómo quiero llevar el pelo en el día b, pero estaréis de acuerdo en que cuánto más largo, más libertad tengo a la hora de elegir. Y la mayor parte del tiempo lo llevo con mucho humor, pero cada vez me queda menos tiempo para que me crezca la cabellera y me estoy dando cuenta de que me embobo mirando melenas ajenas: en el metro, a mis amigas, en la tele... me dedico a comparar y envidiar. Temo que sea patológico.
3. Novia sana in corpore sano
¿Veis a la chica de la imagen? Pues creo que lo que impide que tengamos el mismo tipazo es que ella sonríe mientras entrena, y a mí me da una gigantesca pereza ir al gimnasio. Sin embargo, someterme a tropecientas fotos desde todos los ángulos posibles y cien pares de ojos examinándome es la motivación perfecta para ponerme las mallas. 'Keep calm', me quedan cuatro meses para ponerme en forma.
4. Cuando te prohibes comerlo, entiendes por qué lo llaman #foodporn
Después de sesenta interminables minutos de 'spinning' no puedo arruinar la 'operación boda' con una pizza, eso es así. Lo que es triste es que el binomio alimentación sana y ejercicio lo empiece a cumplir ahora y no por salud, si no por la dichosa boda. ¿Consecuencia? Que yo que pensaba que comía normalito no puede acercarse apenas a la cocina, y que salivo cada vez que veo pizzas, chocolates, patatas fritas... Puro #foodporn.
5. ¿Rayos uva? Imprescindibles para las novias de primavera
De la única cosa de la que creo que me he librado ha sido de los rayos uva, pero única y exclusivamente porque mi boda es a finales de verano. Si fuera una novia de primavera, tengo por seguro que ya estaba bronceándome en cabina. El único 'súper consejito' que os doy es que vigiléis el tono que vais adquiriendo para no acabar naranjas.
6. Reconozcámoslo, todos tenemos compromisos
Afortunados aquellos que consigan acotar la lista de invitados a los imprescindibles y no acaben ampliando el círculo a 'antiguos-amigos-ahora-idiotas', compañeros del trabajo que 'ni fú ni fa' y -redoble de tambores- a los hijos de los primos de sus padres. El problema existente es que normalmente ninguna pareja admite públicamente que todos tenemos compromisos, y algunos terminan estando ahí en tu boda, presenciando tu emoción. ¿Mi truco? Que no supongan más del 5% de invitados y llevarles la invitación con poco entusiasmo, con el labio torcido, a ver si con suerte terminan siendo un 3%.
7. He descubierto que mis dientes no son suficientemente blancos
Esto de ser la protagonista (mi chico también cuenta, pero no tanto) me trae loca. Ahora resulta que no tengo los dientes blancos, y cuánto más me los miro, más me obsesiono. Antes de lucir anillo de compromiso mantenía una higiene dental más que aceptable, pero ya no me parece suficiente. ¡Quiero rugir con una dentadura radiante como Beyoncé!
Estos siete primeros topicazos que he recopilado son sólo eso, los primeros con los que me he topado, pero son muchísimos más los 'donde dije digo, digo Diego'. Y vosotras, ¿habéis sucumbido a los rayos uva?, ¿tratáis desesperadamente de dejar de comeros las uñas? ¡Yo seguiré confesando mis secretos por aquí!