Vamos a contar... verdades: así son los primeros seis meses de casada
Alguien debería prepararnos para esto. ¿Por qué las películas de Disney nos enseñaron cómo sobrevivía un cervatillo tras quedarse sin madre y no qué pasa después del 'y comieron perdices'? Absolutamente todo el mundo se enternece cuando anuncias que te vas a casar, ladean la cabeza y sonríen mientras te aconsejan que disfrutes mucho de la experiencia, que pasa muy rápido y 'blablabla', pero nadie te dice que lo de después de la luna de miel... es un chasco*. Pues para eso estoy yo.
* Mira que me fastidia, pero me veo obligada a aclarar antes de seguir con el post que estoy feliz y contenta con mi recién estrenado estado civil, porque si no se me revolucionan los que no entienden que este tipo de confesiones quedan mejor empacadas con un poquito de humor.
1er mes: ¿Os lo pasasteis bien?, ¿os gustó todo?... Yonki del feedback
Te has tirado seis meses histérica preparándolo todo, combinando la tipografía del 'save the date' con las minutas del banquete, haciendo pai pais, eligiendo la canción que va a sonar cuando se enciendan las bengalas y rastreando naves de venta al por mayor en busca de botellitas de Jägermeister... y ahora quieres tu aplauso. Fueron las doce horas más intensas, caóticas y mágicas de tu vida y necesitas oír una y otra vez cómo lo vivieron los demás porque tus recuerdos aún levitan. Y además te urge que te refresquen la memoria, porque no tienes ni idea de con quién hablaste, si te dejaste a alguien por saludar o si te hiciste fotos con todos los que te la pidieron, y tienes pánico a haber sido una anfitriona mediocre. Por todo eso, en el primer mes de casada te conviertes en una auténtica yonki del feedback.
2º mes: Me aburro
Aquí viene lo jodido: éste es el sabor amargo que te deja el 'happily ever after'. Después de poner orden a diario en el excell de invitados confirmados, regatear con el catering cada semana, modificar los horarios y rutas de los autobuses ni se sabe las veces y coordinar que ninguna invitada coincida en look con otra, te queda en el cuerpo una paz... muy sosa. Qué quereis que os diga, mi chico y yo nos quejábamos de las ojeras y de los nervios y de los mil detalles por cerrar, pero era la bomba preparar semejante fiesta. ¿Y qué hago ahora con tanta adrenalina por quemar y tanto tiempo libre? Yo en el segundo mes me sentía un poco como con el síndrome del nido vacío, como si me hubiera jubilado. Monté un huerto urbano en el balcón y me apunté a yoga, pero ni por esas.
3er mes: ¿Cuándo me dais las p**** fotos?
Suena el despertador una aburrida mañana más y de repente... "¡eureka! Aún falta la última tarea de la boda, ¡ver las fotos!". Y desde ese momento sólo puedes pensar en el reportaje fotográfico, y en que te lo tienen que entregar YA. El mismo equipo que te había caído genial y que se había portado estupendamente durante el día de la boda es ahora objeto de tu ira. ¿Por qué leches no se han puesto en contacto conmigo aún?, ¿cuánto tiempo se supone que necesitan para editar las fotos de un sólo día? ¡Pero si les pago un pastizal! Lo sé, cuando quiero puedo ser encantadora.
4º mes desde la boda... y ya está demodé
Es injusto lo rápido que florecen las tendencias, y más cuando hablamos de moda nupcial. No puede ser que yo me casase en la cresta de la ola de los carteles en maderas y pizarras y ahora lo pete el rollo industrial: así es imposible presumir. Y no sólo eso, si no que te entran las dudas y te arrepientes de no haberle puesto más tul al vestido o te planteas cómo habría sido casarse en octubre en lugar de en agosto. No se vale.
5º mes: es hora de recuperar tus redes sociales
Pensabas que nunca dirías esto, pero tanto ramo, tanto 'first kiss' y tanta monería cansa, y tú ya quieres entrar a Instagram y ver a tus colegas, como cualquier persona normal. Sin darte cuenta has borrado las chorrocientas capturas de pantalla de zapatos, peinados y adornos que se fundían la memoria de tu móvil y en el quinto mes va tocando hacer unfollows. ¡Hemos superado el síndrome de la recién casada!
6º mes: Y los niños... ¿para cuándo?
El 'cachondeíto' ha alcanzado cotas nunca antes vistas (la gente me señala, me apuntan con el dedo, susurra a mis espaldas y a mí me importa un bledo...). Hasta la más moderna malasañera tiene metido en la sesera que después del 'sí, quiero' vienen retoños, y las indirectas se multiplican: de repente todos los anuncios que ves en internet son de tests de ovulación y tus redes te sugieren sin parar que sigas las hazañas de las 'it mamás' del momento. ¡Yo es que ya no sé cómo deciros que no!