Christina Rosenvinge, treinta años teniendo veinte
La impersonator involuntaria española de Nicole Kidman, Christina Ronsenvinge, está de gira. Una serie de conciertos acústicos con el lema ‘Un caso sin resolver’, que es precisamente lo que nos viene a la mente cuando vemos sus fotos año tras año: ¿Por qué no envejece?
Sus orígenes profesionales están vinculados a Alex y Cristina. El mítico dúo que entonó en los ochenta aquello de “hago ¡chas! y aparezco a tu lado”, estribillo que ha superado a la canción y forma parte del imaginario popular, especialmente en oficinas y despachos cuando la gente nacida en los setenta está de mofa. No obstante, aquel grupo, cuando ya tenía más de 20 años, no fue su verdadero inicio.
Christina se hizo adulta en pleno apogeo de la Movida madrileña. Época de esplendor cultural, colorido, libertad creativa e infinita diversión. Como tantos otros, con quince años montó su grupo de pop, ‘Ella y los Neumáticos’. Según contó en el Diario de Málaga, este grupo se disolvió cuando se empezaron a poner de moda grupos como Joy Division. A continuación montó un proyecto de rock gótico que “no cuajó” y, entonces sí, pasó a Alex y Cristina.
En este espacio, donde somos fans de todo lo que hubo entre Ricky Nelson y los Jackson Five, los teen idol, nunca censuraremos a un grupo de pop de consumo rápido, divertido y más bien para adolescentes, pero hay que reseñar que Christina no era la típica chica mona que va al casting de una discográfica y se la selecciona para que interprete unas canciones precocinadas por compositores profesionales. Ya tenía la vena underground desde el primer día. De hecho, a sus Cristina y los Neumáticos los cita Alaska en su biografía.
Aunque, desgraciadamente, su etapa con Alex ha marcado su carrera para mal. Aunque ella se atreva aún a seguir cantando esas canciones en directo si encajan en su repertorio, los seguidores de la música más integristas no le perdonan este devaneo. Ella, por su parte, tampoco lo llevó bien consigo misma. Ha reconocido que el éxito se le subió a la cabeza y que estuvo “un poco gilipollas” durante un tiempo y que después tuvo que ir “pidiendo perdón a todo el mundo”. Lo importante de estas fases es que se conjuguen en pretérito perfecto simple.
Su belleza, en cambio, sí que nunca pasó desapercibida. Hija de daneses, trabajó como modelo y llegó a ser presentadora de televisión. Diego Manrique confesó que la eligió porque sabía de música. Todo lo contrario que una propuesta que le hizo Antena 3 “por una cantidad indecente de dinero”, que tuvo que rechazar porque se trataba de grabar la versión española del Show de Xuxa.
Años más tarde, el padre de sus hijos, el escritor Ray Loriga, la entrevistó en Televisión Española. En referencia a su rechazo a este tipo de ofertas, como la de Antena 3, y a mantener su carrera musical por los derroteros de la música independiente, pronunció una frase sobre ella de la que ya quisieran muchos poder presumir “en unos tiempos en los que el rock vende su alma por el éxito, ella ha vendido el éxito a cambio de su alma”.
Por eso hay que entender sus discos como una búsqueda introspectiva constante no exenta de compromiso social. En una entrevista con el gran Eduardo Guillot se quejó, en este sentido, de que como mujer le han faltado siempre referentes: Un hombre tiene multitud de modelos en los que mirarse. Sin embargo, una mujer que se quiera identificar con modelos femeninos lo tiene más difícil, y es de lo que quería hablar en las canciones. Las mujeres de mi generación hemos tenido unos modelos femeninos que procedían de la religión o la literatura, y eran o bien personajes absolutamente malignos o casi santos. Faltaba ese abanico de grises y de matices que tienen los hombres.
Más contundente fue en otra entrevista en Rolling Stone sobre este tema. En la revista musical de Prisa dijo directamente: “la música femenina se ha convertido en un concurso de zorras”. No es su caso. Su etapa como música sin etiquetas, influenciada por sus amigos Sonic Youth y el entorno de estos que conoció en Nueva York, no deja de sorprender a cada disco. Empezó cantando con cierto toque naif, según ella confiesa, por timidez, y al final se convirtió en su estilo.
Pero nada de esto impide que haya estado entregada a su maternidad. Es madre de dos pequeños, Willien y Kay. Dice que ser madre “pone a prueba tu paciencia” pero que no lo cambia por nada. Al poco de dejar su relación con Álex de la Nuez comenzó una que duró catorce años con Ray Loriga. Su ruptura con el escritor la llevó a las páginas de las revistas del corazón. El escritor se había liado con la modelo Eugenia Silva.
Ahora ella reconoce que le hace mucha gracia haber aparecido en el papel couché. Especialmente porque la prensa rosa tampoco se ha ensañado con ella. Tiene hasta buen concepto del Cuore, por eso de que saca las peores instantáneas de cada famoso en estos tiempos de dictadura del Photoshop. En cambio, fue en Diez Minutos donde apareció con otro de sus idilios, más fructífero en lo profesional, con Nacho Vegas. Los fans se dedican a encontrar mensajitos de despecho y venganza en las letras de sus canciones.
Y siguen los conciertos, las parejas, las colaboraciones profesionales, los discos y las giras, siguen, sí, con ella igual que hace treinta años. Un caso, más bien misterio, el suyo, sin resolver.