Cósima Ramírez, ¿la primera presidenta del Gobierno de España?
La vimos, como tantas veces, acompañando a su madre en la presentación de su colección otoño/invierno en la Madrid Fashion Week. Llevaba un vestido verde discreto, no como en otras ocasiones. En la gala Starlite de este verano, en Marbella, iba vestida a cuadros rojos y blancos, como la bandera del croata Luka Modric. Y ha sido habitual verla con diseños de Agatha Ruioz de la Prada, como en la Fiesta de ‘Yo dona’ o la boda de Jovimo Alvear Pedregal y Mari Carmen Moreno. Cualquiera diría que ha salido un calquito a su madre, que sigue sus pasos, pero no: Cósima Ramírez se parece a su padre. Con él es con quien tiene complicidad y es en su terreno, el de la política, y no en su profesión, el periodismo, hacia donde quiere orientar su vida.
Una existencia que comenzó a hacerse pública como acompañante de su madre en los eventos sociales que se celebraban en la capital de España. En 1993, en la sección La Vía Láctea del diario ABC, se la describía, a ella y a su hermano Tristán como “una de las parejas más divertidas de la fiesta, su presencia fue muy aplaudida por todos”. Era en el desfile Baby Dior que organizaba la princesa Beatriz de Orleans. Allí los hijos de Pedro J. y Ágatha jugaron con otras baby-celebs como Ana Boyer, o con Jacobo y Brianda Fitz-James Stuart, hijos de la condesa de Siruela. Cósima fue vestida de marinerita, como su madre, y disfrutó de la merienda con payasos y magos. En 1997, en el prestreno en el Palacio de Congresos de ‘101 Dálmatas’ se dejó ver entre las Cruela de Vil caracterizadas. Ya no era un bebé, se la calificaba como “niña”.Desde la cuna, nunca se ha perdido un envento importante.
Vaya por delante que ya en su bautizo estuvo rodeada de personajes influyentes. Fue en una capilla del siglo XVIII de la finca de Brea del Tajo que es propiedad de su madre y sus hermanos. Ocurrió en la primavera de 1991 y, según el libro ‘Pedro J. al desnudo’, Francisco Umbral, que estaba allí presente, se permitió el lujo de bromear con su padre por el nombre de Cósima. El director de El Mundo está divorciado y nunca se ha casado con Agatha Ruiz de la Prada. El escritor le dijo en pleno bautizo: “Qué bello, como Cósima Wagner” (la hija de Franz Liszt y esposa de Hans Guido von Bülow y de Richard Wagner, con quien tuvo una hija, Isolda, cuando aún estaba casada con el primero). Un chascarrillo en referencia al emparejamiento del periodista y la diseñadora que, decía Umbral, era “por lo criminal”.
De ahí que tuvieran ciertas dificultades para encontrar un sacerdote y tuviera que introducirla en la pila bautismal José María Patiño. Un cura jesuita amigo de Xabier Arzalluz que se dedicaba a oficiar en condiciones, digamos, ‘técnicamente singulares’ y que, por ejemplo, también casó a la Duquesa de Alba con Jesús Aguirre, ex jesuita y de izquierdas.
De adolescente, según Agatha, los 16 no fueron fáciles. Lo contó Eduardo Martínez Rico en la biografía de su padre, Pedro J., ‘Tinta en las venas’. Tuvo que hablar con ella para emplearla como fuente a la hora de trazar una semblanza del periodista. Dijo en el libro que Cósima era muy crítica con él. Que le tenía completamente desmitificado.
Pero señala que en los bandos en los que se dividía la familia Cósima siempre formaba frente con su padre. Con Agatha tenía cierta rivalidad madre-hija, hasta el punto de oírla decir que cuando estuvo estudiando en Inglaterra, sentía como si “tuviera dos madres” por lo encima que estaba de ella. El autor del libro cree que puede ser porque los padres de la diseñadora se separaron cuando ella era adolescente y eso le marcó.
Esa etapa en Gran Bretaña merece capítulo aparte. Su padre defiende la educación británica porque la considera importante para la individualidad y el desarrollo de la personalidad. Es un gran anglófilo y siempre ha envidiado la educación que recibió su hija en Inglaterra. Cuando Cósima eligió asignaturas quiso estar presente. Allí los profesores explicaban en stands en qué consistían su optativa para que los alumnos pudieran escoger mejor y ella acudió con sus padres. Cósima eligió Historia, a la que su padre es un gran aficionado, y latín, para sumergirse en los libros de Cicerón y Tito Libio.
El propio Pedro J. ha intentado inculcar a su hija el amor por la Historia. En unas vacaciones en 1993 en la ciudad de Bath, en Inglaterra cuando iban por la carretera les ponía a Tristán y ella cintas con los discursos de Churchill. Con tanta fijación por esa cultura es normal que luego se convirtiera en una gran fan de Harry Potter y eso ya no le hizo tanta gracia a su padre. Según esta biografía, le reprochó –no muy en serio- que leyera cosas que leía tanta gente. Ella le contestó que su periódico también lo leía mucha gente.
En cuanto a televisión, Cósima es fan del Ala Oeste de la Casa Blanca. Gracias a su obsesión por la serie su padre llegó a escribir una ‘Carta del director’ inspirada en el trabajo de Aaron Sorkin. No es extraño que le guste, dice que tiene una gran vocación política. Y lo reconoce, en este libro aseguró que no le importaría ser presidenta del Gobierno. Encima se considera lo suficientemente ambiciosa para intentarlo. Así Pedro J. tendría un hijo para cada una de sus vocaciones: María, periodista; Tristán, historiador y Cósima, política.
El autor de la aludida biografía estuvo con Cósima varios días en Mallorca. Ella le llevó al domicilio paternal en un Audi todoterreno azul oscuro y ahí empezó a conocerla bien. La terminó describiendo como alguien que piensa por libre, pero que es menos diplomática que su padre, aunque más que su madre. Eso sí, Cósima es sincera como Agatha, dice, "antes que mentir prefiere callar".
Y lo cierto es que, con esas cualidades, ha sido también incluida en la lista de solteras de oro de España. Un reportaje de FHM se titulaba ‘Los 25 mejores braguetazos’, ya que posee el 18% del multimillonario holding constituido por sus padres, con participaciones en negocios y tiendas de ropa, que arrojaría beneficios de tres millones de euros anuales. Esta revista dio una versión más juvenil de ella que los textos sobre su padre. Señala que le gusta Gossip Girl y grupos de rock clásico como Pink Floyd.
Pero pocas cosas la separan de los designios paternos. En la puesta de largo a la que fue invitada en Parísy compartieron habitación. Una casualidad tal vez premonitoria. Puede que el periodista tenga algún día que poner los puntos sobre las íes a una política que resulte ser su propia hija.