Conchita Wurst: "Hoy me siento muy mujer, pero en mi casa me siento muy hombre"
Conchita dice que hoy se siente "muy mujer", pero que en el sofá de su casa se siente "muy hombre". Conchita es dos cosas a la vez. No mitad una y mitad otra, sino a la vez. Como su peluca larga y su barba recortada, una mezcla entre artificio y autenticidad. Ha desafiado con éxito las fronteras entre géneros y está recibiendo su premio. Tres en concreto: sacudir los esquemas de la gente a base de hacer "las cosas desde el corazón", ganar Eurovisión y recibir el 'Shangay pride' de Madrid en su veinte aniversario después de ser pregonera del Orgullo. ¡Ole tu Wurst!
El tiempo es otro de los conceptos que Conchita maneja de modo ambivalente. Está lista a su hora como una profesional, pero no tiene inconveniente en esperar al último ascensor de periodistas cuando la organización se lo pide. Son siete pisos, así que fija las manos en la cintura de su vestido blanco a lo Monroe y sonríe. Otro ejemplo más contundente: ganó Eurovisión como un cohete mediático, pero ahora quiere tomarse más tiempo del que le dejarían sus millones de fans para grabar su disco, porque, dice, "lo bueno necesita cocinarse y quiero sentarme con mis compositores y parar y buscar las canciones adecuadas para mí".
Su propio nombre es una declaración de intenciones. En realidad se llama Thomas Neuwirth y se define como "tímido", pero creó su 'alter ego' para sacudirse el pudor de encima y unir dos orillas: 'Conchita' por sus orígenes colombianos (nació en 1988 en Bogotá y se fue con dos años a Alemania) y 'Wurst' por su significado burlón, 'salchicha' en alemán. 'Concha' y 'salchicha', a buen entendedor… ¿Y por qué la barba? "Una declaración de tolerancia y aceptación", ha dicho en cada entrevista en la que le han preguntado, que han sido muchas.
Estamos en una azotea del centro, poco antes de una granizada en pleno verano (también trae la mezcla al clima), y somos decenas de medios. El 'efecto Conchita' es potente. Y se lo está disfrutando después de una temporada, casi toda su vida, en la que no llegaba a fin de mes. No tener que preocuparse de pagar el alquiler la semana siguiente es una gran diferencia en la vida de alguien. "Siempre he soñado con algo así… cantar, viajar, conocer gente interesante: es un regalo", afirma.
Pero no todo es alegría en este huracán. En ocasiones también necesita abstraerse: "ahí es cuando me quito la peluca, me pongo las gafas de sol y los auriculares y salgo a dar un paseo para volver a ser anónimo y sentirme libre", dice antes de ponerse más irónica al recibir el premio ‘Shangay pride’ de manos de Boris Izaguirre, una estatua de un oso rosa con la pose del Manneken pis. "¡Me encanta! ¡Es el premio más colorido que he recibido desde Eurovisión!".
Y para acabar, un tirón de orejas a Ana Botella: "Desafortunadamente, Madrid no es la única ciudad que tiene que lidiar con restricciones a la hora de celebrar el Orgullo. Pero, ¿qué puedo decir? Realmente no entiendo por qué la gente hace esto. Simplemente estamos celebrando la diversidad, la unidad, la comunidad y el amor al prójimo, por eso no entiendo bien por qué la gente necesita hacerlo más difícil. Honestamente, no sé si el ruido es la principal razón por la que ponen estas leyes tan restrictivas".